Mi nombre es Yade, soy un varón de la especie de los Draso. Nuestro aspecto es muy similar al vuestro, un tono más azulado en la piel, unos ojos amarillos de color muy vivo que a algunos os podrían parecer temibles… pero no a ella, no a mi pareja, no a Clara. Ella es una mujer humana, muy humana y muy mujer debo añadir. Tengo miedo, hay algo en los Draso que no sé si Clara lo aceptará. Ella siempre supo de la existencia del Cal´Ter, aunque pensaba que yo ya lo había pasado. Que cara me puso cuando se lo dije...
Existe una gran diferencia entre nuestras especies, los humanos pertenecéis siempre a un único sexo, los Draso no. Nosotros tenemos una edad, en la que yo me encuentro, en la que experimentamos una transformación radical, aunque temporal. El Cal´Ter. Es lo que se podría llamar el último paso de nuestra adolescencia. A mi edad, el equivalente a los 25 años humanos, mi cuerpo entra en fase de crisálida y cambia de sexo. El proceso es suave y placentero, ya que cuando no estamos dormidos, que es durante casi todo el proceso, nuestro cuerpo segrega tal cantidad de opiáceos endógenos, que nunca llegamos a sentir dolor. El proceso como he dicho antes, no será permanente, durará un año y después volveré a ser crisálida para ser otra vez varón. Mientras dure este año, viviré como hembra Draso, con un aspecto totalmente femenino. Nuestra capacidad reproductora no es funcional durante ese año, pero por lo demás seré una mujer. He pensado en conservar mi nombre. Algún@s se lo cambian, yo no. Quiero conservar mi identidad y además, quiero que Clara lo tenga claro.
Ahora mismo estoy sonriendo, porque me acuerdo de cuando mis primos pasaron el Cal´Ter, es decir, mi prima y su novio. Lo pasaron al mismo tiempo, así que durante un año ella fue él y él fue ella… Qué bien se lo pasaron… Este es un momento de júbilo y festejo en mi pueblo. Cuando un Draso vive su Cal´Ter, recibe subvenciones por parte del gobierno, excedencias laborales, permisos. Se nos alienta desde pequeños a pasar estos días con alegría, experimentando durante un año lo que es ser diferente. A vivirlo como un regalo de la naturaleza, que solo se recibe una vez en la vida. Y por qué no decirlo, a vivirlo con lujuria.
Al conocer a vuestra raza, los Draso observamos mucha hostilidad entre vuestros sexos. Algo que llamáis sexismo, y que en la historia de los Draso existe solo como un vestigio que nunca ha tenido gran relevancia. De vosotros aprendimos la importancia que el Cal´Ter ha tenido en nuestra historia. Supongo que nos ha dado la oportunidad a tod@s, de saber cómo se ve la vida desde el otro lado, y nos ha hecho más comprensiv@s, de lo que jamás hubiéramos pensado de no haberos conocido. La separación de vuestros sexos os ha traído diferencias educativas, dificultades de comunicación, de respeto, etc. No es que nosotros no las hayamos tenido, es simplemente, que no han marcado tanto nuestra evolución como pueblo. Siempre hemos tenido líderes femeninos al igual que masculinos. Siempre hemos ensalzado la belleza masculina tanto como la femenina, y la inteligencia femenina tanto como la masculina. No sé, nuestra transición, ha sido más suave. Creo que el conocernos, nuestra especie y la vuestra, ha sido muy beneficioso para los humanos. Las tensiones entre vuestros sexos, dicen vuestros sociólogos y psicólogos, se han suavizado estas últimas décadas, más que en todo el siglo anterior.
Acabo de salir de mi crisálida. Mis ojos vuelven a ver, camino por la habitación desnuda, me dirijo a un espejo de cuerpo entero que coloqué para la ocasión, y me miro. A un varón, sin importar la especie, siempre le agrada ver algo semejante. Me habían hablado much@s de este momento, pero vivirlo… como lamento que los humanos no podáis experimentarlo. Oigo pasos, son tacones. Me giro y allí está ella, parada a dos metros de mí mirándome de arriba abajo. Mi altura ha disminuido unos 12 cm, ahora soy tan alta como ella. Mis pómulos y mi barbilla, han encogido. Mi rostro y todo mi cuerpo son los de una joven de 25 años. Mis pechos son incluso más grandes que los de Clara, mi cintura y mis caderas son similares. La miro con miedo… ella sigue repasándome sin saber que hacer son sus manos, sin saber que decir. Abre la boca pero no le salen las palabras. Finalmente, tras ofrecerme la misma sonrisa que cuando nos enamoramos, dice entre risas:
-¡Vaya tetas!... Claro.
7 comentarios:
Que bueno y que envidia no ser de ese planeta,me encantaria.Xlo
Todos deberíamos probar a estar en la piel del otro, ¡se acabarían tantos problemas!...El texto es denso en información, daría para algo más largo, y la idea me parece fantástica, genial.
ah! soy Mar
Xlo!!! Sabía que te gustaría!!! jajajaja.
Tienes razón Mar, es demasiado denso, creo que se le podría sacar más partido, gracias por tu comentario :)
Salva
coincido con las opiniones de mis compis. Bajo ese argumento tan original se podria desarrollar una curiosa historia de amor, ya sabes todo es ponerse...
Sigue extendiéndolo hasta el infinito y más allá.
No es mala idea, podría dar para más.
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