miércoles, 10 de noviembre de 2010

... UNa SoNrisA

Los sábados a las 8 de la tarde libraba y aprovechaba para ir al locutorio, toda la semana esperando para hablar con sus hijos, no tenía ningún interés por hablar con su marido, hacía 6 años que no estaban juntos y solamente recordaba las patadas, los gritos, las borracheras y los malos tiempos que había pasado junto a él. Mientras el anciano que cuidaba siguiese con vida no pensaba volver a Cochabamba, el pueblo en el que vivía toda la familia aunque tenía decidido separarse de su amargo marido.

A Doña María, que ya había fallecido y a D. Juan les cuidaba desde que llegó a España, siempre habían tenido muchas atenciones con ella y su sueldo era mejor que el de otras compatriotas, se sentía parte de la familia.

D. Juan pasaba el día sentado en una butaca, el maldito tabaco le había llevado a dos operaciones de pulmón, `pero el resistía con un pequeño lóbulo y un respirador acoplado a sus fosas nasales..

Todos los miércoles , desde que había fallecido su mujer, tenía una visita especial; Vanessa, una antigua novia a la que dejó para casarse con María.

Vanessa ante la decepción, emprendió una vida que ni ella misma esperaba...conoció a un hombre que le convenció para hacer una película, era preciosa y su cuerpo escultural...de allí pasó a dedicarse a algo menos esperado aún, se convirtió en una estrella de cine porno (¡quien se lo iba a decir¡), había sido famosa en toda Europa.

Ella tenía ahora 85 años, en su cuerpo aún se podía adivinar la belleza de su juventud y continuaba amando a aquél hombre, era el amor de su juventud, de su vida...

Pese a que Juan estaba muy enfermo, los miércoles le pedía a Silvia que le pusiera un buen pantalón y su mejor camisa, que le peinase y le pusiera esa colonia que tanto le gustaba a Vanessa

En cuanto sonaba el timbre, se desconectaba el respirador, y al entrar ella , le ofrecía la mejor de sus sonrisas, se tomaban de la mano, estaban en silencio, ella le besaba en la mejilla en las manos, en el cuello..., Juan sonreía, tan solo le decía una palabra que llenaba toda su boca , AMOR. Entonces ella le abrazaba cuidadósamente, suavemente y le acariciaba de nuevo su cabello,sus mejillas, sus manos...

De esta manera pasaban las dos horas que permanecían juntos.

Al despedirse... ella con una gran sonrisa y Juan con una lágrima que sin querer resbalaba por su mejilla.

En cuanto Vanessa salía del portal, rompía a llorar, Juan era lo único que le mantenía viva y su muerte estaba cercana.

Silvia salía también los domingos pues ese día bien de mañana iba Ramón, el nieto de Juan , pasaba todo el día junto a su abuelo, Ramón era hijo de la única hija que tuvieron María y Juan , ella murió en el parto y lo habían criado los abuelos...estaban muy unidos.

Se sorprendieron cuando les dijo que quería ser sacerdote, en casa nadie era practicante pero tenían un concepto del amor y de la amistad muy profundo . Pensaban que su nieto sería escritor ya que desde bien pequeño escribía historias fantásticas en una Hispano Oliveti antigua que tenían en casa, además leía mucho y había terminado la carrera de filosofía.

Los domingos Ramón se encargaba de todo..

-Silvia puedes irte tranquilamente , disfruta tanto como puedas, yo cuidaré al abuelo.

Ella se iba tranquila, sabía que había dejado a D. Juan en las mejores manos.

Su abuelo ese día tenía mayor dificultad para respirar, por la tarde le pidió a Ramón que le contase alguna de sus historias.

¿sabes abuelo? hoy te voy a contar una historia que he escrito con nuestra antigua máquina de escribir.

...hace muchos años había una mujer que se llamaba Rosita, trabajaba en un teatro de Valencia, El Alcázar, cantaba, bailaba y era la delicia de muchos hombres...era tan bonita que le llamaban Rosita Amores, a todos hacía sonreir.

Su abuelo esbozó una última sonrisa...

¡abuelo,abuelo...!

Tres días después Silvia preparó sus maletas.

No hay comentarios: