jueves, 8 de julio de 2010

¿QUIÉN......

¿QUIÉN LA DEFENDERÁ DE SU BELLEZA?

¿Quién es el que forzado a ti me lleva
Ay de mí, ay de mí, ay de mí,
Atado y preso que no libre y suelto?
Si me has encadenado sin cadenas
Y sin brazos ni manos me sujestas
¿Quién me defenderá de tu belleza?

Miguel Ángel Buonarroti (Rime 1,7)

  
Llevaba toda la vida apretando caricias que se escapaban de sus manos al abrirlas buscando cuerpos que no eran el suyo. Llevaba toda la vida recibiendo besos que acababan durmiendo en el cajón de la ropa. Llevaba, en fin, toda la vida atesorando fracasos. En sus treinta y tres años de existencia había conocido a varias mujeres, se había desvivido por unas cuantas y se había enamorado de algunas más. Y entonces llegó ella, para desordenar su aburrido mundo.
La conoció en una cena de trabajo, ojos verdes, pelo oscuro, no muy alta, preciosa sin lugar a dudas. En un instante cayó cautivada por aquella sonrisa de niña que iluminaba su rostro. Y un buen día se descubrió sonriendo ella también sin motivo alguno. Aún recordaba las primeras caricias tímidas, el placer de explorar la piel deseada, tan delicada al tacto. Conquistar su ombligo con la punta de los dedos, paladear el sabor de su boca, descubrir el olor de su cuerpo, resbalar por su cuello hasta acabar en sus pechos. Esos recuerdos aún concitaban en su epidermis todos sus sentidos fascinados. Pasó una semana, y luego un mes, y así hasta un año. Pero una noche se rompió el hechizo, y la chica de ojos verdes se dio cuenta que en vez de haber estado durmiendo con la princesa, lo había hecho con la rana.
Pensaba en ello mientras hacía un pequeño equipaje para viajar a París. No quería seguir llenando el resto de sus días de recuerdos, quería comenzar a crear la vida que luego sería pasado. Metió en la mochila un par de vaqueros, alguna camiseta, aquella libreta de tapas azules, en la que había comenzado a escribir, un libro y se dirigió al aeropuerto. El vuelo fue corto, con un pequeño sobresalto en el aterrizaje. Cuando un avión aterriza uno no llega a su destino sino al espacio neutro de la terminal de llegadas y allí se dejó llevar por la multitud que subía por las escaleras mecánicas hacia la salida. Cogió un taxi y se dirigió al hotel. Se duchó, tomó un café rápido y salió a la calle.
París es una ciudad hermosa pero esta vez no eran sus calles lo que quería recorrer, sólo quería alejarse del bullicio de los turistas. Quería pasear por el cementerio de Montmatre, por sus arboledas, sentarse en un banco e imaginar a su lado su adorado Stendhal, experto como ella en amores fracasados. En los cementerios franceses hay más vida de la que parece y tal vez, cuando se cerrara la noche, Adolphe Sax interpretara al saxofón una composición de Berlioz para que Nijinski bailara. Y quizás, Degas sacara sus pinceles e inmortalizara la escena. Nunca había querido que la enterraran al morir  pero viendo la grandeza de aquellas tumbas se replanteaba la idea. Siempre había deseado una incineración y no quería que sus cenizas fueran depositadas junto a un árbol, ni lanzadas al mar. No. Quería que las tiraran por el inodoro. Imagínense la estampa, sus seres queridos llorando junto a la taza del váter.
Al día siguiente pensaba pasar por alguna de las librerías de viejo de la ciudad. No buscaba un libro en concreto, prefería que el libro la encontrara a ella.
-       Ojalá existieran esos libros mágicos en los que se puede cambiar el pasado.- Pensó al abandonar el cementerio.
Si existieran intentaría borrar aquella noche en la que no fue capaz de besar sus labios por última vez, en la que quiso explicarle tantas cosas y las palabras no salieron de su boca, siempre le fue más fácil escribir que hablar. Pero el pasado no se puede cambiar, solo  le quedaba apelar al futuro. Tal vez habría una segunda oportunidad. Porque sino  ¿Quién la defenderá de su belleza?.    

La frase: LLevaba toda la vida apretando caricias

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Me gusta disfrutar de los pequeños e insignificantes presentes...todo es este momento.
Tambien me gusta que los libros me encuentren y me descubran sus mágicos secretos.
mo

Pablo dijo...

Muy bueno como siempre, me ha gustado especialmente el arranque de la historia y los primeros párrafos.