jueves, 27 de mayo de 2010

Fuerza contra resistencia

Mi nombre es Matilda, es el nombre de mi madre. Tengo una hermana gemela, ella se llama como nuestro padre, Juana. Desde que nuestra madre murió, papá estuvo dándonos palizas, o por lo menos esas cosas, son las primeras que puedo recordar. Una noche, a los 6 años, papá nos bajó al sótano como le gustaba hacer antes de quitarse el cinturón. Comenzó por mí, me dio unas cuantas veces en la espalda y luego fue a por Juana, recuerdo que me puse sobre ella para protegerla, me dio el primer golpe y perdí el conocimiento. Este suceso se repitió varias veces, él nos pegaba, yo intentaba protegerla como podía… pero ella nunca a mí. Al principio pensé que yo era la más fuerte, pero con el tiempo me di cuenta que no era así.
Era primavera, teníamos 14 años y empezaba a darme cuenta de cómo era el carácter de Juana en realidad. Nos fuimos solas a jugar al rio, éramos brutas, muy brutas. Jugábamos a lanzarnos piedras, una a cada lado del rio. En ocasiones nos dábamos, y nos íbamos a casa con algún chichón, moratones o algún pequeño corte. Ese día Juana se sumergió y vino hacia mí, al salir del agua le dije:
-Vaya lo has cruzado entero buceando.
Antes de terminar la frase me soltó una ostia en la boca que me dejó clavada en el suelo y un tanto mareada. Me toqué el labio y lo tenía roto, la boca me sangraba en abundancia, miré su mano y tenía una piedra del tamaño de una mandarina. La miré a los ojos, tenía una media sonrisa y una calma un tanto acojonantes.
-Deberías pensar más en ti misma, Matilda.
Me dejó allí tirada y se fue a casa, cuando me repuse me levanté y me fui yo también, debí llegar 20 minutos después que ella.
Al llegar no vi a nadie, busqué sin hacer ruido y sin éxito. Llegué hasta la puerta del sótano, era la primera vez que iba a abrir esa puerta en mi vida sin tener al lado a mi padre sujetándome por el cuello. La abrí y baje, en el suelo estaba mi padre con la cabeza abierta. Juana estaba allí sujetando una pala. Ese fue el último día que pasamos juntas. Después de aquello a Juana la encerraron en un corrector de menores, y a mí me dieron en adopción a una familia bastante normal.
Han pasado casi 15 años desde entonces. Ahora soy policía, no he vuelto a ver a Juana en todos estos años, pero se que la han arrestado varias veces por asuntos muy serios. Estamos siguiendo la pista a unos traficantes de de poca monta, esta noche nos iremos a la zona norte a ver que podemos pescar. Tengo motivos para pensar que mi hermana puede estar allí, así que antes de salir de comisaria pasaré por el vestuario…
Cuando llegamos al punto de encuentro se oyen disparos, mi compañero y yo salimos tras dos sospechosos. Mi compañero va a por el hombre y yo a por la mujer. Cuando llega al final del callejón se da cuenta de que no tiene salida, yo la llamo por su nombre y luego grito:
-¡Hermana!
Ella reacciona y se gira, con el arma baja se acerca a la farola para que podamos ver nuestros rostros. Otra vez esa media sonrisa. Se lleva los dedos a la boca y empieza a acariciársela, justo donde yo ahora tengo la cicatriz.
-Me alegro de verte Matilda ¿cómo te ha tratado la vida?
Antes de poder contestarle nada ya me está pidiendo que la deje marchar, y yo le digo que se esté quieta y suelte el arma. Ella me encañona y no me atrevo a disparar; pero ella sí lo hace, dos disparos en el pecho y se acerca.
-Lo ves hermanita, te dije que deberías pensar más en ti misma.
Levanto mi pistola del suelo y le doy dos disparos en el pecho, Juana cae muerta y yo le contesto:
-Por eso llevo chaleco anti-balas.

2 comentarios:

Dr.Magenta dijo...

Lo que mas me gusta de salvador es la facilidad que tiene para pasar de un genero a otro, cambiar de estilo, de argumentos. En este caso con una narracion con un lenguaje muy cinematográfico.

TERTULIADISPERSA dijo...

Muchas gracias por ese comentario. Cambiar de género es algo que me ayuda muchísimo a mantener la creatividad. Esperemos poder mantener el tipo. Y esperemos también que esa sobredosis de series y películas que he visto me sigan ayudando :)
Gracias de nuevo.
Salvador Gil