¿Por qué no te acuestas? Te estas durmiendo…
Fueron las últimas palabras que Manuel dirigió a su mujer antes de cerrar la puerta en dirección al trabajo.
Todas las noches se repetía la misma escena. Lucia sentada en el sillón mientras hacia punto y a duras penas se mantenía despierta. Mientras, la tele escupía imágenes de la teletienda. No era su esposo el único que recriminaba a Lucia dejarse la vista todas las noches haciendo punto. Miguel su hijo ya había tirado la toalla en multitud de ocasiones.
Aquellas agujas eran para ella la única forma de rebelarse contra la tiranía del sueño, aunque para ello tuviera que pelearse con los efectos secundarios de una legión de pastillas psicotrópicas que le acompañaban a lo largo del día.
Una noche más con la mirada perdida en el punto, el punto de cruz, Lucia, en una eterna lucha con Morfeo, repasaba mentalmente su vida, con las excelencias del Cocimatic como fondo sonoro.
Sentada en su sillón, no podía evitar lanzar fugaces aunque cada vez más continuas miradas al reloj de pared que presidía el salón.
- Mare de deu, las 3 de la madrugada ya y el chiquet sin venir, susurró entre dientes para culminar con un sonoro suspiro, uno de esos suspiros que solo las madres angustiadas saben dar.
- Ya me dirás tu, mascullaba Lucia en un, cada vez más, insólito monologo.
- A estas hora no hay gente por la calle, insistia mientras se dejaba llevar por un largo bostezo.
Si bien es cierto que la relación con su hijo nunca habia sido demasiado fluida, con el paso del tiempo esta era prácticamente nula. Miguel apenas pasaba tiempo en casa, y cuando lo hacia era para dormir. Lucia nunca entendió, ni quiso entender que su pequeño había dejado de ser un niño. Tampoco Miguel entendió que con la pérdida de su infancia, su madre había perdido más que un hijo al que atender.
Un golpe seco despertó a Lucia de su improvisado y efímero letargo.
- ¿Todavía despierta? Dijo Miguel al entrar en la sala mientras intentaba mantener el equilibrio sin evidenciar demasiado su intoxicado estado dejándose caer en el sillón.
- ¿De donde vienes a estas horas hijo mío? La mama no se enfada porque salgas, pero es que me vas a caer enfermo….
Miguel, todavía bajo los efectos del alcohol y los porros, no pudo evitar lanzar una sonora carcajada que su madre recogió con una agradecida sonrisa.
Para celebrarlo decidieron abrir un par de cervezas que Lucia se apresuró a festejar con un par de ansiolíticos de penúltima generación.
- ¿Quieres una? Te invito.
- Venga pues, contesto Miguel al tiempo que chocaban sus botellines en un improvisado brindis.
- Sabes mama, echaré de menos estos momentos cuando deje esta casa. Nunca pensé que las drogas acabarían acercándonos.
Lucia permanecía impasible mirando por encima de las gafas de cerca, ante las palabras de su hijo.
- ¿Y a donde vas a estar tu mejor que en tu casa? Preguntó la madre.
- Creo que será mejor que vaya a por otro par de botellines, contesto Miguel después de beberse la cerveza de un trago.
4 comentarios:
Muy gracioso si señor, y cuantos recuerdos... ¡ahi! :)
Salvador Gil
Se me olvidaba, el título es muy importante, aunque a veces no le demos importancia, en este caso es acertadísimo.
Salvador Gil
La vida es tóxica....
La vida es todo lo que tenemos y pese a todo tiene muchos momentos mágicos.
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