-La… blanca Navidad… llega,
y nos alegra el corazón.
En los sueños hay calma,
bondad en las almas
y el mundo, se llena de ilusión…
Oh blanca Navidad, tienes…
una sublime inspiración.
Para el mundo tú eres.. la paz!
alegría, y bendición…
Papá Noel bajaba por la chimenea, llevaba un montón de cartones en su mochila, con los que más tarde haría las cajas donde meter los regalos, muchas muchas bolsas de plástico… y un hacha enorme. Bajaba pues, tarareando esta canción…
Al llegar abajo, miró a su alrededor. Un árbol bien adornado, unos calcetines colgados de la chimenea, los cristales con esas pegatinas a modo de mensajes navideños. Todo un hogar, un lugar cálido, donde pasar una dulce Navidad…
Era el 24 por la noche, todos dormían y debía darse prisa en dejar los regalos antes de que los niños despertaran.
Fue a la habitación de los padres, que dormían abrazados en un gesto tierno de amor y paz. Presto, clavó sendos cuchillos en los cuellos de los padres, quienes murieron con una expresión de horror en los ojos, pero, en silencio. Los llevó hasta la bañera donde fue descuartizándolos con el hacha, hasta convertirlos en trocitos fáciles de manejar. Los fue metiendo en bolsas de plástico. Él seguía tarareando su canción, pero bajito, no quería molestar a los niños que aún dormían. Y debía ser así, porque si no, se estropearía la sorpresa, rompiéndose así, el espíritu de la Navidad. Cuando hubo terminado con esta tarea, dejó los regalos para ir a continuar con los preparativos. Sacó los cartones, y meticulosamente los fue plegando hasta convertirlos en cajas. Encontró celo, así que pensó en cortar pequeñas tiras del pelo de la madre y pegarlos en las cajas. Eran regalos de Navidad y debían estar lo mejor presentados posible. Finalmente el ritual navideño había terminado, y los regalos estaban colocados debajo del árbol, todas esas cajitas blancas con lazos… naturales, que unidos al resto de elementos de la habitación incrementaban hasta el infinito el calor, y el sentir de la Navidad. Con lágrimas en los ojos por la emoción, salió por la puerta principal, mirando su reloj y preguntándose si le daría tiempo a tocar otro hogar, con su amor.
En casa de los vecinos, la televisión seguía aún encendida, y otra dulce pareja dormía acurrucada frente a ella, cuando una interrupción de un informativo especial, comunicaba que “El asesino de la Navidad”, había escapado del psiquiátrico.
Papá Noel, profundamente sobrecogido por el sentimiento de alegría, paz y amor que te transmite la Navidad, se dirigía ya a la parte de atrás del hogar de los vecinos, con el hacha goteante y las mejillas sonrojadas por las salpicaduras, tarareando de nuevo, aquel dulce villancico.
-La… blanca Navidad… llega,
y nos alegra el corazón.
En los sueños hay calma,
bondad en las almas
y el mundo, se llena de ilusión…
Oh blanca Navidad, tienes…
una sublime inspiración.
Para el mundo tú eres.. la paz!
alegría, y bendición…
y nos alegra el corazón.
En los sueños hay calma,
bondad en las almas
y el mundo, se llena de ilusión…
Oh blanca Navidad, tienes…
una sublime inspiración.
Para el mundo tú eres.. la paz!
alegría, y bendición…
Papá Noel bajaba por la chimenea, llevaba un montón de cartones en su mochila, con los que más tarde haría las cajas donde meter los regalos, muchas muchas bolsas de plástico… y un hacha enorme. Bajaba pues, tarareando esta canción…
Al llegar abajo, miró a su alrededor. Un árbol bien adornado, unos calcetines colgados de la chimenea, los cristales con esas pegatinas a modo de mensajes navideños. Todo un hogar, un lugar cálido, donde pasar una dulce Navidad…
Era el 24 por la noche, todos dormían y debía darse prisa en dejar los regalos antes de que los niños despertaran.
Fue a la habitación de los padres, que dormían abrazados en un gesto tierno de amor y paz. Presto, clavó sendos cuchillos en los cuellos de los padres, quienes murieron con una expresión de horror en los ojos, pero, en silencio. Los llevó hasta la bañera donde fue descuartizándolos con el hacha, hasta convertirlos en trocitos fáciles de manejar. Los fue metiendo en bolsas de plástico. Él seguía tarareando su canción, pero bajito, no quería molestar a los niños que aún dormían. Y debía ser así, porque si no, se estropearía la sorpresa, rompiéndose así, el espíritu de la Navidad. Cuando hubo terminado con esta tarea, dejó los regalos para ir a continuar con los preparativos. Sacó los cartones, y meticulosamente los fue plegando hasta convertirlos en cajas. Encontró celo, así que pensó en cortar pequeñas tiras del pelo de la madre y pegarlos en las cajas. Eran regalos de Navidad y debían estar lo mejor presentados posible. Finalmente el ritual navideño había terminado, y los regalos estaban colocados debajo del árbol, todas esas cajitas blancas con lazos… naturales, que unidos al resto de elementos de la habitación incrementaban hasta el infinito el calor, y el sentir de la Navidad. Con lágrimas en los ojos por la emoción, salió por la puerta principal, mirando su reloj y preguntándose si le daría tiempo a tocar otro hogar, con su amor.
En casa de los vecinos, la televisión seguía aún encendida, y otra dulce pareja dormía acurrucada frente a ella, cuando una interrupción de un informativo especial, comunicaba que “El asesino de la Navidad”, había escapado del psiquiátrico.
Papá Noel, profundamente sobrecogido por el sentimiento de alegría, paz y amor que te transmite la Navidad, se dirigía ya a la parte de atrás del hogar de los vecinos, con el hacha goteante y las mejillas sonrojadas por las salpicaduras, tarareando de nuevo, aquel dulce villancico.
-La… blanca Navidad… llega,
y nos alegra el corazón.
En los sueños hay calma,
bondad en las almas
y el mundo, se llena de ilusión…
Oh blanca Navidad, tienes…
una sublime inspiración.
Para el mundo tú eres.. la paz!
alegría, y bendición…
3 comentarios:
¡qué fuerteeeeeeeeeeee! y que miedo voy a pasar esta navidad...espero que no lo lean mis niños, el miedo no se lo quitarian del cuerpo núnca.
mo
Ho Ho Ho, trankila angeles que este Papá Noel no podrá visitar todas las casas.
JAJAJAJAJA
Esté muy bien la navidad, ah??
JAAAAAa
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