jueves, 2 de septiembre de 2010

El viaje de regreso

Llevaba varios días navegando en círculos alrededor de la séptima luna del planeta Talzos. El sistema de comunicaciones estaba inservible y si retomaba curso hacia Talzos, no estaba seguro de poder controlar la nave, y mucho menos de hacer un aterrizaje en condiciones.
Apenas me quedaba oxígeno, de modo que pensé que lo mejor sería arriesgarme, y confiar en que los controles de navegación aguantasen el tiempo suficiente. Abandoné la órbita y me puse rumbo a Talzos. Durante el trayecto, tuve que corregir el rumbo innumerables veces. La cosa no iba del todo mal, salvo mi cansancio que crecía exponencialmente, hasta que la computadora de navegación me dio el aviso: control de navegación inoperante. El rumbo se mantenía fijo hacia Talzos, de modo que el aterrizaje, aunque fuera a 3000 kilómetros por hora, estaba asegurado. Disponía de al menos una hora antes de llegar, así que intenté reparar aquella maldita computadora. No había manera. El tiempo se me acababa. Entonces una idea descabellada pasó por mi mente. Saltar de la nave con un traje espacial. La idea era estúpida de verdad. A esa velocidad, si me daba un golpe contra el casco de la nave, no quedaría de mí más que migajas. Y aunque lograse sobrevivir al salto, no había seguridad de que otra nave pudiera encontrarme. Estaba bien jodido. El cansancio se me apoderaba mientras Talzos se hacía grande en la escotilla. Pero entonces, quizá por un funcionamiento anómalo de mí cerebro debido a la falta de oxígeno, recordé que los nuevos trajes espaciales de la bodega, llevaban una baliza de posición. De modo que me dirigí allí, me puse uno de aquellos trajes y fui a la compuerta más próxima. Sin extraer el aire del compartimento estanco, abrí la compuerta exterior, permitiendo que el vacío me succionara lo más lejos posible. Evité cualquier impacto contra el fuselaje y vi pasar la nave por debajo de mis pies.
Tengo oxígeno de sobra y la baliza está activada, las patrullas no tardarán en encontrarme. En cuanto a mi nave… bueno, creo que estoy despedido.



2 comentarios:

Anónimo dijo...

como bien dices ,la ciencia ficción es muy simbólica y metafórica.

Unknown dijo...

Me gusta mucho el final, es divertido y te saca una carcajada...