domingo, 1 de agosto de 2010

Estaba tan nerviosa como en una primera cita

Estaba tan nerviosa como en una primera cita. Esperaba su llegada con cierta ansiedad ¿cómo sería? ¿estaría de buen humor?¿le apetecería abrazarme? no, se dijo, es mejor no forzarle a nada, que haga lo que quiera…

Pensaba en estas y otras cosas cuando el sonido del timbre del telefonillo la hizo saltar del sillón y, en una carrera, ya estaba diciendo: ¿quién?

- ¡Soy yo! Ya, ya está abierto!

Ella seguía apretando de manera obsesiva el botón de apertura sin percatarse de ello, atenta sólo a la voz que escuchaba distorsionada pero contenta cruzando la entrada al patio.

Abrió la puerta y esperó con el corazón en un puño el momento en que el ascensor se abriera…

- ¡Hola mamá!

- ¡Hola mi vida! ¡Cuánto te echado de menos estos 15 días…!

- Yo también, mamá…no, no me levantes que ya soy muy mayor…

- Si, si que es verdad, has crecido tanto!

Y se fundieron en un abrazo de reencuentro vacacional dispuestos a pasar juntos el período estipulado de vacaciones firmado en el convenio regulador mientras una pequeña lágrima se le escapaba y su voz se quebraba al preguntarle cómo lo había pasado con papá esos días. Eso sí, su sonrisa era inmensa, como después del primer beso tras la primera cita.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

hay tanto amor dentro, que la emoción se transmite e invade esos segundos que dura el reencuentro.
mo

Pablo dijo...

Gracias por compartir ese momento. Es precioso. Dijo él con ojos húmedos...