viernes, 6 de agosto de 2010

foto Mar Botella
El libro es ese compañero de viaje silente y animado al tiempo, que te acepta cuando decides cogerlo y no se enfurruña cuando te lo dejas encima de la mesilla de noche o en cualquier otro lugar. No te exige nada nunca, aunque si te metes en él, te atrapa como un amante incansable y no lo puedes dejar ni de día ni de noche, alcanzándote a dar las cosas más maravillosas del mundo.
De la misma forma te permite vivir emociones intensas, realizar viajes increíbles o fantásticos o echar un vistazo a vidas extraordinarias (o de lo más comunes) en el más puro estilo “voyeur”. En ocasiones te obliga a someter a análisis el mundo circundante o mirar hacia tu interior detenidamente para hacerte de nuevo tantas y tantas preguntas que seguían esperando respuestas desde hacía tanto…
Verdaderamente, lo que sucede en los libros es a mis ojos siempre mucho más real que lo que consigo ver en mi vida de simple mortal, porque para mí, las cosas escritas cobran mayor entidad que las vividas, amenazadas siempre por el olvido.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Lo vivido tiene esa intensidad imposible de recordar por lo imposible de revivir.
Lo leido podemos releerlo aunque la lectura que hacemos, en ocasiones es diferente, todo depende del momento que estamos viviendo.
Me ha gustado mucho tu escrito

Pablo dijo...

Es fácil simpatizar con la última frase, pero estoy muy deacuerdo con el anónimo (que no se si serás tú, Mo). Lo vivido parece en ocasiones algo tan superfluo y vulgar que lo escrito se impone a veces majestuoso y divino. La diferencia no es esta, es otra, más realcionada con la naturaleza de ambos y no con su intensidad.
Encantadora la foto Mar...