jueves, 15 de septiembre de 2011

Adel



En un mes dorado como sus cabellos, Adelina surcaba mis brazos en un tremebundo abrazo de pasión que le hacía surcar mi agé corps , y perderse entre mi atribulado deseo. Cómo encendía mi pasión esa mirada inocente, perdida, adornada con un pañuelo de transparente y sedoso deseo, que escondía su sonrisa.

Era verano, ese momento del año en el que todo parece posible, y el tiempo se detiene creando una burbuja, que te separa del resto del mundo y te susurra en el oído promesas de eternidad. Había llevado a la hija de mis vecinos, Adelina, Adel, mi Adel, a pasar unas semanas a un campamento de verano. A caballo entre la verdad y el embuste, pude cobijarme a la sombra de mi trabajo para justificar el acompañarla, y después solo tuve que mover mi dedo en el mapa un centímetro, para encontrar un motel que me permitiera estar próximo a mi ninfa.
Los lunes realizaban una ruta de senderismo a través del bosque, momento en el que ella siempre se desviaba para encontrarse conmigo, y permitirme hacerle el amor, desesperadamente. Retozábamos brevemente, pues ella debía retomar el curso rumbo al río, donde se encontraría con el resto del grupo para el esperado baño. Objeto de euforia para el resto y templo de termas relajantes para mi ninfa. Mientras, yo yacía en nuestro lecho de toallas, pelando con mi navaja la rugosa piel de un melocotón, para luego poder disfrutar de aquella verde fruta, de carde tersa, sabor dulce, y carácter agrio. Después de aquello volvía a mi motel, a relajarme en la ducha con los ojos cerrados, mientras revivía cada centímetro de su piel fresca, de sus protocaderas, pues es así como me gustaba verlas, y no andróginas por su puesto. De sus pechos incipientes, que no incompletos, de sus manos dulces… y no inacabadas. Con estos recuerdos me arrastraba en una nube de ensoñación hasta el final del día, momento en el cual recordaba lo que me esperaba al día siguiente. –Mañana es martes, toca clase de natación por la mañana y después de comer, cuando todos estén en la siesta, Adel, mi querida Adel, y yo, nos veremos en el bosque, en el mismo sitio que ayer, en el mismo lugar, de todas las semanas.
Aquel martes comenzó como los anteriores, mi ninfa yaciendo ante mí, conmigo encima y dentro de ella, disfrutando de aquel cuerpo liviano, hasta el final. Y justo en ese momento, cuando mi ninfa me obsequiaba esa carita de asco al saberse empapada, oí el quejido de unas ramas tras de mí. Era una de las monitoras, una mujer de unos treinta años que me miró como quien mira a un asesino, con el miedo en su rostro y el temblor en sus manos. Echó a correr y yo corrí también detrás de ella. La alcancé, y en el forcejeo rocé sus pechos, sin querer, y Dios sabe que no quería, pues aún recuerdo aquel volumen inmenso que casi podría llenar mi mano, la imagen de sus caderas que se alejaban tanto y tanto de su cintura, que quizá podrían llegar incluso hasta los 90 centímetros, en fin, una mujer completamente formada, una ninfa echada a perder. En el forcejeo me di cuenta de que todavía llevaba puesto el polo, y en el bolsillo seguramente estaría mi navaja. Clavé la hoja en su cuello y vi como su vida toda se derramaba sobre la arena. Al voltear, vi otra mujer, era Adel, pero aunque tenía su cuerpo, su aura la había abandonado, ya no era mi ninfa, el horror en su rostro la había dotado de una nueva mirada, una mirada que una niña no es capaz alcanzar. Allí, en aquel preciso momento, mi navaja acabó con la ninfa mucho antes de lo que lo habría hecho el paso del tiempo. Con un enorme pesar, tuve que sacar el acero del cuello, de mi primera víctima.

3 comentarios:

Dr.Magenta dijo...

Me gusta mucho Pablo, echaba de menos una nueva incursion tuya en el terreno de la literatura negra, con una elevada dosis de erotismo.
El relato tiene ese punto de cine negro, muy en la linea de obras como "El cartero llama dos veces", el hombre victima del deseo, victima o verdugo como en este caso. Un verdugo que no deja de ser victima....

Estoy dijo...

también me ha gustado Pablo...lleno de erotismo.

Felix Foxtrot dijo...

la segunda lectura me ha gustado mas que cuando la leíste, estás sembrao
novela negra y rezumando erotismo.