Adela se sintió mareada, la tensión me ha bajado pensó, y seguidamente se dispuso no sin cierta torpeza a levantarse para alcanzar la botellita de agua del Carmen que discretamente guardaba en el pequeño armarito de la barroca cómoda, tras beber sin apenas degustar la milagrosa bebida, sintió una oleada de calor y una sensación de alivio, no obstante volvió a sentarse. Pasados unos minutos la energía de su cuerpo la impulsó a continuar con la minuciosa labor de situar con precisión los globos oculares de aquel ejemplar de zorro común (Vulpes, Vulpes), que el torpe marido de su vecina Tere, le había encargado tras haberlo atropellado en su pueblo una noche sin luna, pero seguramente con más alcohol que prudencia.
Tras haberlo desollado y una vez terminado todo el proceso de limpieza, piquelado y curtido, Adela le había dado forma vistiendo la escultura de escayola que ella misma había modelado, ahora solo faltaban los retoques sobre todo en la zona de la cabeza y las patas delanteras que habían sido la parte más afectada por el accidente, pero en esta ocasión le quería colocar antes la parte final: los ojos, había escogido unos preciosos negro-azabache que había visto en el Hola, al perro de aguas portugués de Obama.
Una vez minuciosamente acabado el animal parecía que estaba vivo y Adela lo acarició suavemente,
-pobrecito mío, y prosiguió hablándole, que injusta es la vida ahora estarías por esos montes corriendo libre y ya ves como has acabado, muerto por un borracho y estúpido individuo que tranquilamente espera que adornes su salón para admiración de sus amigos.
En el enorme y viejo caserón donde Adela realizaba sus peculiares trabajos flotaba un penetrante hedor a curtido de piel ,destacando el picante aroma del ácido fórmico que mezclado con los sulfatos era imposible de disimular, y que impregnaba incluso el exquisitamente cuidado jardín que lo rodeaba; ella acostumbrada como estaba, no reparaba en ello y apagando la lámpara de sobremesa, deseó buenas noches al animal dirigiéndose a la cocina a preparar la cotidiana cena, antes tuvo que cruzar el enorme salón que en semipenumbra dejaba adivinar decenas de brillantes ojos que como acechantes cazadores reflejaban la poca luz existente, repentinamente se detuvo y resolvió que aquel zorro debía descansar en su particular necrópolis.
Todos aquellos infortunados animales, un elegante zorro plateado, otro modesto lobo común posando sobre polvorientos tableros, testuzes de ciervo, una negra cabeza toro , ágiles y sedosos gatos en graciosas posturas jugando con una invisible pelota, perros de caza patéticamente estirados marcando la presa, melenudas cabezas de leones, bellos felinos sacrificados por pura vanidad humana, hasta una preciosa jirafa de coquetas pestañas muerta porque ya no cabía en el pequeño zoo de un estrafalario y demente millonario, cabras, marmotas y tantos y tantos animales que como monumentos funerarios brindaban un último consuelo a su desgraciado desenlace, llevando todos ellos los ojos de sus miserables asesinos aquellos que habían puesto fin a su existencia de forma gratuita e inmoral.
Adela, experta taxidermista había heredado de su padre una antigua y muy secreta fórmula para mantener como vivos los ojos extraídos de un cadáver.
Mientras apuraba una copa de un delicioso Borgoña del 71 y pese al cariño que le inspiraba su vecina Tere, meditó que sus relaciones con ella seguramente mejorarían con su nueva viudez, comenzando mentalmente en ese instante a trazar el plan que de nuevo colmaría durante un tiempo su afán de demostrarse a si misma, que aunque pensionista por invalidez, seguía siendo una maestra en su oficio.
4 comentarios:
Me ha enganchado la historia desde el principio al final,muy interesante y quería preguntarle F.F ¿no habrá sido alguna vez taxidermista?...
tal vez en una vida anterior...
El punto de los ojos fantástico, no podía ser mejor.
He echado en falta alguna que otra coma. No obstante, al igual que "los ojos" del relato, tu texto cobra vida, a través de unas descripciones que se transforman en imagenes, en la mente del lextor. El final yo lo hubiera preferido más insinuante y menos explicativo.
Me gusta como ha introducido la segunda aficion de Adela, sus aficion por las revistas del corazon,la referencia al Hola, muy oportuna. En cuanto a la sutileza del final, creo que no se puede ser más sutil a la hora de plasmar el macabró fin.
Tanto rollo y al final no he dicho que me ha gustado mucho...
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