miércoles, 23 de febrero de 2011

Hermanas al fin y al cabo

El otro día llevaron a James, de sólo 12 años, a hacerle, “el chequeo”. Lo sentaron en una silla y le amarraron. Le dijeron que era para que no se hiciera daño. Ellos ya sabían cuál era su habilidad, pero querían cuantificarla. Le colocaron unos electrodos por todo el cuerpo y le pusieron un dummy delante. Uno de los científicos le levanto la mano derecha, apuntó con ella al dummy, y le dijo: “disparale James”.


Mi hermana Dafne y yo, Claire, estamos internadas en Prima-Gen. Es un centro de fecundación in vitro, donde aplican las últimas tecnologías, en crear humanos sin enfermedades hereditarias o malformaciones. Dafne es la pequeña, tiene 13 años y yo 16. Nuestros padres eran muy buenos con nosotras, pero un día nos llevaron a Prima-Gen para que nos hicieran un chequeo, y no les volvimos a ver…


James estaba muy asustado y decía que no quería, aquellos hombres no paraban de incitarle y él se puso a llorar. Como finalmente se negó, uno de ellos se acercó a James con un electrocutador, y comenzó a darle descargas en el brazo. La primera solo le hizo daño, pero la segunda, provocó que James soltara un rayo de color rojo que salió contra la pared sin alcanzar al dummy.
-Así se hace pequeñajo, ahora apunta bien.


-Muy bien Dafne, tenemos que largarnos.
-Pero que dices Claire mira lo que le hicieron a James, y eso que él tenía una habilidad de ataque, las nuestras son pasivas.
-Sí pero no saben cuáles son. Además, si nos quedamos aquí, entonces sí que acabaremos como James, o algo peor. Y seguro que nos separan.
Una mueca de niña apareció en el rostro de Dafne cuando dije esto último. La pobrecilla tenía más miedo de que nos separan, que de lo que le pudieran hacer.
-Pues está decidido, esta noche robaremos unas cosillas, y nos largaremos.


Le dieron otra descarga, que provocó otro rayo por parte de James, hasta que acertó en el maldito dummy. James tenía la cara llena de lágrimas y un charco en el suelo, sus gritos se oían en toda la planta y entonces, cuando el científico se le acercó a darle otra descarga, del pecho de James comenzaron a salir múltiples rayos que revotaban hacia él, tuvo algo así como una sobrecarga, y comenzó a achicharrarse vivo. El pobre James acabó allí muerto, y como los que esperábamos el turno éramos niños, nos dijeron que se había dormido por el esfuerzo. Y algunos les creyeron…


Escapamos y llegamos hasta un bosque cercano. Bailábamos, reíamos y brincábamos. Éramos libres y con nuestros dones podríamos hacer lo que quisiéramos.
Después de comer algo y planear lo que íbamos a hacer al día siguiente, nos pusimos a jugar, como hacíamos todas las noches. Apagamos las linternas, era noche cerrada. Dafne empezó a hacer poses y ruidos.
-Te has crujido la rodilla Dafne.
-Si, pero ¿qué rodilla?
-Venga ya, ¿cómo voy a saberlo?
-Claire, como hermana mía que eres, deberías saber en qué rodilla me hice daño.
-La derecha.
-¿Y cuál me estoy crujiendo?
Hice una pausa antes de contestar, intentaba aislar cada sonido, lo agudo o grave que podía ser, si era un sonido arenoso o limpio, si era un solo crujido o una cascada…
-Te has crujido la izquierda.
-¡Ja ja ja ja! Das miedo hermanita. ¿Y qué hago ahora?
-Estás abriendo y cerrando la mano.
-No puede ser Claire. ¿Me crujen los nudillos?
-Nop, oigo el ruido que hace la piel de tus dedos cuando los separas.
-Que fuerte. Venga, me toca.
Encendí la linterna para esconderme y luego la apagué. Dafne que se había quedado contando, debía encontrarme en la oscuridad. Salvo que ella no poseía mi oído. Comencé a oír sus pasos, y en cuanto bordeó el árbol en donde me escondía, me encontró. Claro que tener un oído tan fino, me permitía moverme sin que me oyera para dificultar la búsqueda, pero allí no había donde esconderse, la verdad.
-Que fácil lo has tenido Dafne, así no vale.
Encendí la linterna apuntando hacia el suelo, para que Dafne tuviera tiempo de adaptarse a la luz, la última vez que le hice la bromita de enfocarle a la cara me despertó con la radio a todo volumen…
-¿Qué culpa tengo yo de que mi habilidad sea mejor que la tuya? “Claire”
-Ja… Ja… Ja. Espera Dafne oigo algo, un susurro.
-Ya verás, ya verás cómo lo encuentro.
Agucé el oído al máximo, tuve que discriminar el sonido de nuestros corazones y nuestras respiraciones, que en este nivel de sensibilidad devienen estruendosos. Ralenticé mi respiración y mi ritmo cardíaco, Dafne hico lo propio para ayudarme…
-Lo tengo, no lo vas a encontrar.
-Fíjate bien Claire.
Cerró los ojos. Movió la cabeza como si quisiera huir de un recuerdo.
-Apaga la linterna Claire.
Aunque tenía el sonido claramente localizado, yo miraba al suelo. No quería darle ninguna pista a mi némesis. Buscó y buscó, aunque no tardó mucho la verdad.
-Allí en lo alto, en el árbol. “Dentro” del árbol…
Ya me había cabreado, ¿como lo había encontrado tan rápido y a qué venía eso de “dentro”?
-Cierra los ojos cabrona que voy a encender la linterna.
Lo hice y enfoqué al punto de donde provenían los sonidos… No había nada, pero sí un agujero en el tronco.
-Dafne ¿los ves? ¿Puedes verlos?
-Bueno…
-¡Puedes verlos a través de la madera!
-Ja ja ja ja. No veo a través de las cosas hermanita. Pero el calor que desprenden, lo veo salir por el agujero.
-¡Esta sí que es buena! Ahora resulta que no tengo una hermana, tengo un visor nocturno con patas.
-No tengas tanta envidia Claire; que te saldrán arrugas abuelita.
-Si si, pero ¿a que no sabes cuantos son? ¿Qué te apuestas?

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