Entierro, dura palabra que pronunciamos con cierta afectación pero sin darnos cuenta del significado que encierra, coloquialmente enterrar algo es olvidarlo, enterramos el pasado, una mala experiencia, una desafortunada relación sentimental, enterramos el hacha de guerra para vivir la paz, enterramos el corazón para apartarlo de sinsabores ya conocidos, se entierran los puntos de vista ajenos cuando solo nosotros nos creemos con la verdad, se entierran las palabras si estas son molestas, se entierra la justicia, la indignación, los derechos humanos, se entierra la dignidad de las personas, y se entierran también nuestros restos cuando inanimados ya no resuelven crucigramas ni respiran…
En las ciudades el publico conocimiento del fallecimientos de cualquier persona sin relevancia social se circunscribe a su entorno más cercano, familiar, social, laboral y vecinal, que son los que acuden al sepelio, en cambio en los pueblos incluso en los más grandes, cuidadas esquelas con curriculum y foto ,son situadas en las puertas de los lugares que en su caso solía frecuentar el finado, bares, casino, mercería, estanco, administración de lotería, biblioteca, puticlub, colmado, panadería, lugares éstos que te acercan a sus cotidianas costumbres. En la actualidad parece que esto tiende a cambiar, y en las ciudades y en los pueblos nos enteraremos ( si no somos el protagonista) a través de las redes sociales, y puede ser que el propio actor del sepelio, mediante acuerdo en forma de testamento permita a los gestores de la red social escogida dar la noticia mediante un especial mensaje según su perfil a sus cientos de amigos cibernéticos de su propia desaparición, no solo de la red sino de este planeta de vivos semiautómatas con ipod, iphone, etc. añadiendo el día y la hora de su sepelio. Éste enterrado con su smartphone, seguirá recibiendo información, fotos de los colegas, llamas-cuelga, facilitando la respuesta automática hasta que la batería se acabe, (véase sistemas de recarga mediante microorganismos producto de la putrefacción) o la familia cancele la línea.
Ahora, se ha potenciado la incineración, como medio de terminar con las ampliaciones de los cementerios y como forma más económica de desvanecerse en el éter, por lo que la solución de comunicarse post-morten queda poco resuelta, salvo que el aparatito en cuestión acompañe las cenizas, con las consiguientes molestias para los poseedores de la urna que deberán soportar las llamadas y sms a horas inoportunas y siempre con la tentación de responder.
El móvil y sus avanzadas configuraciones suponen una extensión de nuestro yo, allí conviven agenda de citas, archivo de nuestra correspondencia coordinada con el Facebook ó el Twiter, fotos de un atasco, de una comida con los compañeros, del perrito familiar o del ultimo concierto de Lori Meyers, y como no, relación de los restaurantes de moda y su ubicación Gps, gasolineras, farmacias, nuestra música favorita en mp3 o mp4, notas tomadas a volapié en la barra de la cafetería, cuantas veces no has tenido que soportar alguna palabreja en inglés en un anuncio de moda durante todo el trayecto en el metro sin saber su significado y con la conciencia de llevar 20 años peleando con el dichoso idioma, ahora con tu Smartphone la curiosidad la rematas allí mismo, si vas acompañado hasta puedes interrogar a tu amigo y sacar a relucir su ignorancia, anotas tus planes de vacaciones, encargas una pizza antes de llegar a casa, te quedas sin sacacorchos y te da la solución en segundos para probar esa botella que tu amada te ha llevado a la cena, pagas recibos, realizas trasferencias bancarias, firmas tu declaración de hacienda, te lees el ultimo best- seller y todo eso en tu bolsillo y en cualquier lugar, como no entonces te van a enterrar con el, tu vida sin él no tiene sentido y él sin ti es solo una amalgama de circuitos electrónicos y metales preciosos.
Enterradme con él y que mi inerte cuerpo vibre, aunque sea con una llamada de movistar tratando de venderme un plan ahorro fin de semana.
3 comentarios:
Me he reido mucho. La leyó en la tertulia Magenta, y es curioso lo mucho que parecía que la había escrito él. Nos contagiamos de nuestros estilos, eso nutre. Me gusta.
Una desenfadada reflexión, de nuestra esclava realidad de tecnología.
Un escrito muy ocurrente , me gusta como la definición de los muertos
" no resuelven crucigramas ni respiran"...
Me ha gustado ver esta otra faceta literaria de Felix que nos tiene aconstumbrados, muy bien aconstumbrados a otros estilos literarios.
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