miércoles, 26 de octubre de 2011

El duelo


Bajo un cielo bañado de añil,
esperaba inquieto al varón heredero de la casa Míope. Aquel con el que debía
batirme en policromático duelo, en esta pradera de oro y esmeralda.
Fósil cuaternario. Este es el
apelativo que utilicé ayer al apagar el día, cuando mis ojos fueron ultrajados
con la figura sempiterna de la esposa del varón. Oh, cuál fue mi horror al ver
aquel desgastado rostro en tonos grisáceos y violáceos. Mis entrañas regurgitaron
ante tamaña ofensa para la vista, el olfato, y el tacto. Pues al tomar su mano
sentí el frio roce de su piel ceniza, y al besar la misma…, olí el amoratado
rumor de la muerte. Era sin duda la imagen de un espectro, que cubierta de una
sombra que debía ser la de aquel que porta la guadaña, avanzaba ávida de colores
que tomar, para prolongar su vida, cual vampiro.
El mal gusto del varón hacía
presa también de su indumentaria. Con un chaleco de un empalagoso tono
chocolate, y unas medias de un ácido naranja, se mostraba altivo y respetable.
Como si un hombre de gustos tan aberrados, pudiera ser digno de ello.
Aquellas siete copas de borgoña
que tomé, sin duda me dieron fuerza, al mezclarse con mi sangre, y fueron las
responsables de tan excelsa sinceridad. También me permitieron disfrutar del
momento, viendo a aquella momia putrefacta vestida de dama, como algo cómico
que no gracioso, pues su gracia es la misma que la de una mula que da sus
últimas coces en el suelo en busca de un amable trabuco.
Heme aquí esta mañana rodeado de
flores de un sabroso púrpura en tonos irisados, ajusticiando el viento con mi
florete, esperando gravemente…, la negra solución de este conflicto. Lo hago
serio y desprovisto de sonrisa, pues aquella farsa de dama es quien debiera
abandonar este mundo y no su esposo, ya que es ella la aberración andante que
no viviente, que azota nuestros sentidos con su presencia sola, causando
estridencias en nuestros ojos, pestes en nuestras manos, y acidez en nuestros
labios. Él únicamente es culpable de mal gustos, pues no es uno solo el que
tiene atrofiado.
Pero ya se sabe, en cuestiones de amor se dice que
Cupido es ciego. Y en este caso, incluso daltónico.

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