jueves, 27 de octubre de 2011

Tu reflejo


El doctor Alonso Bernardo Fernández,
había realizado un descubrimiento en el campo de la genética, que le permitía
crear clones adultos, en unas pocas horas. Tras someter su propio cuerpo a un
proceso complejo y traumático, salieron de la cápsula Génesis, dos copias de sí
mismo. La idea era que fueran idénticos en todo, y que con el tiempo se fueran
diferenciando. Sin embargo, el experimento salió de forma inesperada. Todo en
él fue duplicado, excepto su personalidad. La parte científica y calculadora
despertó con un vigor renacido, y rápidamente se apropió del primer nombre,
Alonso. Quería conocer todas las vicisitudes del procedimiento, y conocer a su
yo alternativo, al que otorgó el segundo de sus nombres, Bernardo. Bernardo se
mostraba más turbado que Alonso, y no parecía tener mucho interés en conocer
los resultados del experimento. Muy al contrario, al despertar, lo primero que
hizo fue pedir un cigarrillo.
El doctor Fernández hacía años
que no fumaba, y Alonso no puso buena cara al oír esta petición, y se mostró
confuso.
-¿Para qué quieres un cigarrillo,
Bernardo?-. Pronunció esta última
palabra con desaprobación.
-Lo sabes perfectamente, Alonso.
Alonso continuó con sus hipótesis,
de lo que había podido salir mal en el experimento, mientras que Bernardo se
mostraba mucho más sediento de otras cuestiones. Miraba a las auxiliares de
laboratorio de forma lasciva, les hablaba con un tono provocador si no
insolente, y deseaba a toda costa vestirse y abandonar el laboratorio.
Alonso hizo todo lo posible por
retenerle, y obligarle a seguir trabajando, pero pronto se dio cuenta de que
Bernardo, no estaba interesado lo más mínimo en la ciencia, y le movían
inquietudes, más terrenales. Se separaron con un forcejeo, que dejó las uñas de
Alonso marcadas en el brazo de Bernardo, y cada uno se dirigió a sus pasiones.
Bernardo paseaba por la
universidad, observando a las jóvenes y deseables alumnas, e iniciando con
ellas conversaciones, que solo podía culminar en su mente. No tardó en darse
cuenta de que allí no saciaría sus deseos, y raudo, salió al aparcamiento, y de
allí, rumbo al prostíbulo de lujo más cercano.
A la mañana siguiente Alonso
despertó en su cama, fue a la cocina a tomar el desayuno que tomaba cada día, a
ponerse los zapatos que calzaba cada día, a seguir con los actos, ritualizados,
de cada día. Pero al llegar al salón, vio una pantorrilla asomarse por encima
del sofá. Era su pantorrilla, es decir, la de Bernardo. Allí roncaba aún
vestido, y con la tarjeta de visita del prostíbulo asomándole en la solapa. De
una coz le despertó, y A y B comenzaron una discusión.
-Así que este es el antro donde te escondías-. Dijo arrojándole la
tarjeta al rostro.
-No es un antro, si no fueras tan
reprimido, y hubieras dado rienda a tus pasiones cuando debías, no me estarías
mirando con esa cara, y no te parecería aquel sitio un antro.
-No puedo creer lo que oigo.
Arréglate y ven conmigo al laboratorio, por tu culpa voy a llegar tarde.
-Jaja aún piensas que voy a ir
contigo al laboratorio. Eso se acabó. Hemos perdido mucho tiempo de nuestras
vidas dedicándoselo a ese trabajo, ahora toca disfrutar.
-Claro, yo trabajo y tú te
diviertes. ¿Te piensas que esto es una película cutre, en la que el científico
hace copias de sí mismo, para que una se divierta, mientras la otra hace todo
el trabajo?
-¿Quién ha dicho que yo no vaya a
trabajar? Lo que pasa es que contribuiré a los gastos a mi manera…- Dijo esto
último mientras se encendía un porro con una mano, al tiempo que con la otra
acariciaba, lo que parecía ser una bolsita con semillas.
-¡Drogas! Ahora piensas meter
drogas en esta casa.
-¿Quién ha hablado de drogas?
¡Pero si es un porro! Anda, pégale unas cuantas caladas, que creo que te hace
más falta que a mí.
Alonso estaba clavando las uñas
en el sofá, mordiéndose los labios y resoplando más y más. Bernardo se puso en
pie con el semblante ojeroso y desaliñado, a la par que relajado y
despreocupado, y dijo:
-Soy la parte lujuriosa de Fernández,
la que nunca ha sido libre, y por fin lo soy. Y tú no tienes ningún derecho a
impedirlo.
-Arruinarás todo por lo que hemos
trabajado tantos años. Así no nos darán el Nobel-. Alonso estaba fuera de sí, pero
Bernardo no parecía percatarse, de que el enfado de Alonso fuera tan grave.
-Vuelve tú si quieres al
laboratorio, aguafiestas. Yo me quedó aquí a empezar una nueva vida-. Dijo
Bernardo, mientras se ponía de pie, y se estiraba.
-No lo permitiré-. Gritó Alonso,
y en un acceso de ira, agarró a Bernardo por la solapa y lo empotró contra la
estantería. Bernardo se lo quitó de encima empujándolo, Alonso tropezó con la
mesita de centro, y empuñando con furia el abrecartas que allí encontró, lo
clavó con rencor en la tripa de Bernardo, hasta el mismo fin de sus entrañas.
Bernardo cayó al suelo,
agarrándose con insondable sorpresa, la empuñadura que asomaba de su abdomen. Y
en un ahogado susurro dijo: -¿Cómo no lo he visto venir?-. Alonso por su parte,
intentaba recuperar el aliento mientras se decía en voz alta: -Ha sido un fallo
en el proceso de clonación, ocultaré su herida, y diré que fue un infarto. Ya
haremos otro clon más adelante, si. A Bernardo aún le quedaban un par de
latidos, y cuando su corazón paró, también lo hizo el de Alonso, que cayó
fulminado contra el suelo.

A la mañana siguiente radio y
prensa se hacían eco de la noticia, y muchas eran las voces, que culpaban, a la
ciencia.

miércoles, 26 de octubre de 2011

El duelo


Bajo un cielo bañado de añil,
esperaba inquieto al varón heredero de la casa Míope. Aquel con el que debía
batirme en policromático duelo, en esta pradera de oro y esmeralda.
Fósil cuaternario. Este es el
apelativo que utilicé ayer al apagar el día, cuando mis ojos fueron ultrajados
con la figura sempiterna de la esposa del varón. Oh, cuál fue mi horror al ver
aquel desgastado rostro en tonos grisáceos y violáceos. Mis entrañas regurgitaron
ante tamaña ofensa para la vista, el olfato, y el tacto. Pues al tomar su mano
sentí el frio roce de su piel ceniza, y al besar la misma…, olí el amoratado
rumor de la muerte. Era sin duda la imagen de un espectro, que cubierta de una
sombra que debía ser la de aquel que porta la guadaña, avanzaba ávida de colores
que tomar, para prolongar su vida, cual vampiro.
El mal gusto del varón hacía
presa también de su indumentaria. Con un chaleco de un empalagoso tono
chocolate, y unas medias de un ácido naranja, se mostraba altivo y respetable.
Como si un hombre de gustos tan aberrados, pudiera ser digno de ello.
Aquellas siete copas de borgoña
que tomé, sin duda me dieron fuerza, al mezclarse con mi sangre, y fueron las
responsables de tan excelsa sinceridad. También me permitieron disfrutar del
momento, viendo a aquella momia putrefacta vestida de dama, como algo cómico
que no gracioso, pues su gracia es la misma que la de una mula que da sus
últimas coces en el suelo en busca de un amable trabuco.
Heme aquí esta mañana rodeado de
flores de un sabroso púrpura en tonos irisados, ajusticiando el viento con mi
florete, esperando gravemente…, la negra solución de este conflicto. Lo hago
serio y desprovisto de sonrisa, pues aquella farsa de dama es quien debiera
abandonar este mundo y no su esposo, ya que es ella la aberración andante que
no viviente, que azota nuestros sentidos con su presencia sola, causando
estridencias en nuestros ojos, pestes en nuestras manos, y acidez en nuestros
labios. Él únicamente es culpable de mal gustos, pues no es uno solo el que
tiene atrofiado.
Pero ya se sabe, en cuestiones de amor se dice que
Cupido es ciego. Y en este caso, incluso daltónico.

sábado, 15 de octubre de 2011

CadENaS SoLidARiAS


¡¡¡Maldita sea la parte de vida que me ha impedido creer en más cosas!!!

Este domingo por la calle vi algo que me hizo de nuevo creer en la fuerza de la unión.

Manos que se entrelazan creando una red humana de solidaridad como las que un día unimos con fuerza pidiendo la ampliación del Jardín Botánico... un acto aparentemente pequeño y simbólico.

En el solar donde tomados de la mano pedíamos más jardín y aire para nuestro Botánico, nuestro deseo se había cumplido hay más jardín, no se ha construido el hotel que se especulaba y a su vez impedía el paso del aire a los árboles de nuestro antiguo jardín .

Ahora han crecido nuevas especies de árboles que respiran junto a los que un día se plantaron en nuestro Botánico.
¡¡¡la fuerza de la solidaridad y el esfuerzo incansable de los que formaron "Salvem el Botanic" lo han hecho posible. Desde aquí mi agradecimiento por el Jardín y por la esperanza que nos han transmitido.

miércoles, 12 de octubre de 2011

Instrucciones generales para perseguir los sueños propios.


Independientemente de la clase de fantasía a pretender, entendiendo por esto que lo soñado forma parte de la galaxia en la cual habitamos y que imposible como imposible no hay nada, deberemos observar en primer lugar los lugares y las distintas formas de soñar.
El sueño a perseguir de cualquier mortal alcanza en ocasiones cotas tan elevadas, que el sujeto se transforma en un visionario carente de cualquier apego a la realidad, se manifiesta en cualquier momento de nuestra diaria actividad, igual entre las sábanas bien arropado, que viajando en el metro, incluso paseando por la calles de una desconocida ciudad , o atrapado entre las dulces y heladas calorías de un banana Split en la terraza de un café releyendo un viejo libro de poesía de Salinas, realizando tareas domésticas, esperando el autobús, descansando bajo la benevolente sombra de una araucaria frente al inhóspito océano.
Las muecas de placer se sucederán a estados de ánimo grisáceo-melancólico; elevaciones sincopadas de la mirada, e inmediata pérdida de la misma en el falso horizonte, suspiros entrecortados, flojedad en las extremidades inferiores. La ausencia espiritual en estos momentos es patente, habiéndose dado casos donde incluso se han transgredido las más elementales leyes de la física y ese “no estar” ha llegado a ser así mismo material, gozando de invisibilidad momentánea ó incluso de falsa levitación. Estos diferentes estados de ensoñación, cual alegorías Calderonianas son el espejo de la transmutación interna del soñador empeñado en su objetivo.
Para perseguir un proyecto, un ideal, una aspiración, un deseo, una ambición, una utopía, ó una fantasía, debe desearlo con todas las fuerzas del alma, proyéctelo sobre el infinito espacio y sitúese en el mismo plano, cuando encuentre dificultades o barreras que lo aparten del verdadero camino, entonces tómese un respiro y rememore aquellos otros anhelos que sí pudo apresar, debe luchar, despedazar la omnipresente realidad presta como siempre a mostrarse en los momentos más inoportunos, no se desanime, no ceda ante la adversidad, persevere trabajando continuamente en la misma dirección hasta lograr alcanzarlo.
Utilice todos los medios a su alcance, trabaje con tenaz denuedo, luche hasta la extenuación, escarbe en su casi siempre inaccesible interior, horade sin escrúpulos la moral ajena pero con sumo cuidado de no dañarla, huya de las metas virtuales que lo apartan de su verdadero objetivo, construya escalones de humanidad y entonces hóyelos con la certeza de seguir el camino correcto, decore de amor las entretelas de su destino, pero haga lo que haga, que sea con pasión y entrega total.
Una vez conseguido lo deseado, el llanto de la felicidad obtenida, la perplejidad, la satisfacción, no deben impedirle regresar de inmediato a su más profundo yo, para rescatar un nueva meta a la que someter de nuevo su vida, comenzando a perseguirla y releyendo si es el caso estas instrucciones desde el principio.
Duración media estimada en lograr un sueño: el mismo tiempo que tememos no atraparlo.
Se sabe de sueños rotos por la premura y el desánimo, se sabe de otros desgastados ó modificados por el paso metódico e intransigente de las saetas del reloj, se sabe de muchos anhelos que acompañan hasta la última despedida, pero todos ellos sin duda, alimentaron con fuerza el motor de la existencia de quienes los persiguieron.

jueves, 6 de octubre de 2011

miércoles, 5 de octubre de 2011

SUS AMIGOS LOS LIBROS



Era tarde, el día había sido muy largo y la última clase había recibido el primer bautismo del otoño, el pequeño Elías lo pensaba mientras cuidadosamente metía los nuevos libros del curso en la mochila ya un poco ajada, los palpaba y aproximándose a ellos hasta percibía aquel aroma de papel satinado y tinta fresca que siempre, aventuraban una grata lectura y un prometedor compañerismo.
El aula ya estaba desierta y cerrándola se encaminó al vestíbulo, su abuela como siempre llegaría tarde; estaba un poco harto de todo, pues desde que sus padres habían decidido divorciarse, su madre apenas le prestaba atención, el trabajo, la nueva situación y las facturas por pagar le habían cambiado el carácter.
La abuela Trini, eterna viuda, presumida y quejosa, tenía una variada e intensa vida social y recogerlo todos los días del colegio, le suponía interrumpir su largo y costoso noviazgo con el bingo del barrio.
Volvió a quedarse solo en el zaguán y el conserje ya se apresuraba a terminar su jornada apagando luces, afuera, la lluvia de octubre caía con fuerza primeriza y las sombras teñidas de gris se adueñaban de las vacías calles.
Elías tímidamente asomado echó un vistazo y una sensación de soledad le arrebató el pensamiento, pues nadie quedaba a excepción de una madre con su hijo, que parados parecían observarle, quizás pensaban que se habían olvidado de recoger a aquel niño, a él si que le hubiera gustado ser el que aquella mujer llevaba de la mano, en un imposible juego malabar de mochila, bolsas y paraguas.
Trini continuaba sin aparecer y la aparente conmiseración o curiosidad de aquella señora empezaba a fastidiarle, así que hizo como que no estaba esperando y tomó la decisión de irse solo abandonando su escaso refugio al agua, se quitó la cazadora e instintivamente protegió aquello mas valioso: la vieja mochila llevando sus preciados libros, no le importaba que el chaparrón resbalara por su cara, sus libros estaban a salvo y su dignidad también, pues la mujer en la acera de enfrente ajena incluso a la intensa cortina de lluvia que acompañada de viento barría la desierta calle, mostraba ya signos de inquieta preocupación e iniciaba maniobras de acercamiento.
Elias puso rumbo a su casa siguiendo el camino que acompañado hacía todos los días, pero antes de llegar a la siguiente esquina, divisó la inconfundible y reconocida silueta paraguas-abuela que apresuradamente se dirigía hacia él.
El encuentro fue como un chispazo, sin tiempo para saludarla, la primera impresión se reflejó como un sordo dolor que se le extendió por la mejilla hasta la oreja izquierda,
---hijo me vas a matar a disgustos, mira cómo vas!, te vas a resfriar!, cómo te has olvidado el paraguas? eres tan desastre como tu madre……..
La señora Trini tras la seca y sonora bofetada seguida de la consabida letanía de imprecaciones , guareció al niño que iba mojado de pies a cabeza bajo su enorme paraguas; la mujer de enfrente y su hijo mudos testigos de su derrota, optaron por fin continuar su marcha.
Elías, ya resguardado de la lluvia, cabizbajo y herido en su orgullo, caminaba con desgana, meditando sobre lo injusto de su vida, sin evitar los charcos , sentía la fría humedad calar en sus pies, la voz de la anciana le llegaba lejana, muy lejana, y él abrazaba con fuerza a sus únicos amigos.

lunes, 3 de octubre de 2011

Septiembre

Aquí os pongo una colaboración, que nos llega desde Linares (Jaén). ¡Muchas gracias Álea Rosa!


septiembre ansiado
rosas rosas y tul blanco
ilusión sin fin
periplo amargo

dos frutos deseados
como dos rosas cuidados
esencia de nuestro ser
ha quedado

aura de color y blanco
una senda envolvió
caminar era ilusión
fortaleza desprendió

un tul envolvía
ilusiones y proyectos de un día
amado eras para mi
lo sentia

pasión, verdad y amor
reseñas de un día
de aquel septiembre ansiado
ilusión

decepción, amargura, desamor
aquel tul blanco rompió
mostrando luz por sus rotos
aquello orientó

marcando un destino
incierto por llegar
colmado ahora
de paz y felicidad

inocencia de un septiembre
lluvioso y colorido
dia sereno de lluvia
aclarando para el sol

a las siete de la tarde
el camino se inició
del brazo de un padre
que a la iglesia acompañó

Álea Rosa
Septiembre 2.011