lunes, 31 de mayo de 2010

EL PREMIO

Le habian concedido el premio NOBEL DE LA PAZ,una buena noticia para un buen y suculento desayuno.Empezaba asì su jornada laboral,con una sonrisa màs amplia de lo normal. A èl que se dedicaba a destrozar todo lo que tocaba.Que lo mas cerca que estaba de la PAZ,era cuando despues de arrasar un pais,intauraba la PAZ ARMADA.Que inventaba enemigos por doquier y que mostraba sin timidez alguna su desprecio por la humanidad,extendiendo el terror y la masacre por todo lo largo y ancho de este mundo.Eso sì cuando se trataba de "uno de los suyos",mostraba una ensayada y fingida indignaciòn desoladora,pero siempre cara a la galeria."Uno de los suyos",gente de los suburbios hasta entonces olvidados y marginados,por ese sitema que les ofrecia ahora una salida profesional,en las Fuerzas Armadas de su pais.Ofreciendolos como cebo en primera linea de fuego y devolviendolos a sus familias un Hèroe tullido o un marido cadaver.Cuando era cuestionado tiraba de imaginaciòn e inventaba otra razòn,enmudeciendo asì de forma atònita a todos aquellos que se habian atrevido a alzar su voz y de paso tambien al resto del mundo.Porque el mundo vivìa en una permanente amenaza terrorista y èl era el Super Hèroe que velaba para salvarnos de las garras del malo malote.Agotado llegaba por la noche a la cama despues de jugar todo el dia a super heroes y villanos.Llegò asì el gran dia,de regoger su "tan merecido"premio.Ironias de la vida.Le habian escrito unas palabras que se disponia a regalarnos y en ese preciso instante,solo frente a un pùblico atento,rendido a sus pies,notò como caian sus pantalones.Porfin,algo coherente.                                                                                         

sábado, 29 de mayo de 2010

Su mirada



¡mamá tus lágrimas parecen el mar, son saladas!
Recorro mi mano por sus mejillas, sus parpados, su pelo, voy quedándome con su rostro, con el calor de su piel delicada, suave... temo algún día olvidarlo ,  le sonrio y le digo que le quiero mucho
-mamá mamá...te quiero mucho.
-mañana me voy de boda, se casa la hija de Juan...vendré y verás que guapa estoy.
Ella me mira..con sus ojos ahora tremendamente abiertos..
Tomo sus brazos y los coloco alrededor de mi.
-¡mamá tus abrazos todo lo curan! como cuando eramos pequeños.. tus abrazos siempre han sido milagrosos.
Continua mirándome..
me tumbo  a su lado y uno mi cara a sus mejillas...
de nuevo el mar llena mi boca.


El presidente




Estaba en la zona más céntrica de la ciudad. Eran las 6.00 am. Su café aún estaba caliente aunque el de él le supo a rayos. Tenía el estómago revuelto como las sábanas de una noche de insomnio, el corazón martilleando rítmicamente en sus sienes, la garganta seca. Disponía de dos horas para llegar al aeropuerto y nada conseguía distraer su atención después de la breve charla, unas escuetas recomendaciones y un par de oraciones. Luego, una rápida despedida que no llamó la atención del camarero y de nuevo solo, aterrado pero firmemente resuelto a cumplir su misión. Salió de la cafetería con aire decidido y se dirigió hacia la boca del metro más cercana mientras palpaba su pecho de manera automática.

El sonido del comandante del avión apenas se oía…”gracias por volar con nosotros…agradable….en quince minutos …destino…tiempo despejado…Madrid Barajas”.Aquel presidente, político de tres al cuarto, volaba a una cumbre de presidentes de la OLP  en la capital de España.
- Hum…paella o callos…pediré algún buen vino de Rioja para acompañar uno de estos platos o mejor un Ribera del Duero…bueno ya veremos que nos tienen preparados estos mequetrefes…
El avión bajó el tren de aterrizaje y, suavemente, casi de puntillas, tomó tierra en la pista internacional del aeropuerto. La multitud esperaba junto a las escaleras del avión y el presidente se acercó a saludar a sus conciudadanos, darles la mano, coger niños y todas esas obligaciones propias de su especie.

Ese hombre moreno se acercó sonriente, la mano tendida y bendiciendo a su dios.
El presidente le dió la mano y éste se le abalanzó estrechándole entre sus brazos. Apenas tuvo tiempo de oír un click….






La linea de las cosas


De niña le gustaba repasar con la mirada la línea de las cosas. No de una manera creativa, sino más bien exploratoria, de reconocimiento. Supongo que intentaba aprehender su universo más cercano, estudiarlo, cerciorarse de que las cosas existían de verdad, sin posibilidad de engaño. Podía pasar largos períodos de tiempo tumbada en la cama repasando con precisión las líneas de techo, los volúmenes de la escayola, las aristas de los pilares y las verticales que descendían hasta la ventana o el suelo para pasar, después, a las voluptuosas formas de la madera de la cómoda o los pliegues de la tela de la cortina. Todo era susceptible de ser observado con la minuciosidad de un fabricante de relojes.
Ante su mirada los objetos se convertían en formas bien definidas: círculos, rectángulos, prismas, esferas, óvalos…todo podría ser catalogado dentro de esta taxonomía de figuras geométricas. Sólo le preocupaba una cosa, la caprichosa forma del corazón.

Una familia diferente



Baja edad media. Corrían historias de brujas, magos, hadas, gnomos y demás criaturas fantásticas, que habían sido declaradas por el rey como malignas, y debían ser combatidas con el fuego y las armas. La familia Aron vivía un tanto aislada, y los padres siempre les decían a sus tres hijas, que debían permanecer así, pues su trabajo lo requería.

Una noche los padres se dirigieron a sus hijas: Katia de doce años, Lisa de diez y la pequeña Elsa de cinco. Les dijeron que debían marcharse y dejarlas solas por unos días. Les dejaron comida y les dieron instrucciones de dirigirse hacia el obelisco si las provisiones acababan. Katia había estado allí cuando era más pequeña, recordaba el camino, pero no sabía por qué aquel peñasco aislado sería refugio alguno para ellas. Las niñas asintieron y los padres marcharon.

Al poco tiempo la comida se acabó, y las niñas obedeciendo a sus padres, partieron en busca del obelisco guiadas por la primogénita. Avanzaron y avanzaron dejando atrás el valle, dejando atrás el bosque, dejando atrás su hogar. Continuaron por unas tierras poco verdes, bajo un sol cada vez más caliente. Sin darse cuenta la vegetación las había abandonado, solas estaban, en mitad de la nada con una tierra bajo sus pies cada vez más agrietada. Por fin lo encontraron. Allí estaba, lejos, muy lejos, pero al alcance de sus piernas. Angustiadas por el cansancio y el calor, por fin llegaron hasta el obelisco, y al verlo comprendieron por que sus padres dijeron que allí estarían a salvo. De lo alto de la piedra brotaba agua, oasis de salvación, que puso contentas de seguida a las pequeñas. Pronto intentaron treparlo, beber de él. Pero no era posible, ninguna llegaba tan alto. La desesperación se hacía presa de Katia y Lisa, las dos mayores, las más conscientes. Pronto idearon un plan, subir la pequeña sobre la mediana y esta sobre la mayor. Y así pues Katia pondría a prueba cuan mujer era, si era capaz de cargar con sus hermanas, de salvarlas. La pequeña Elsa alcanzó el borde superior, y cuando se disponía a meter en él el porrón para llenarlo… el obelisco, que parecía haber estado allí desde el principio de los tiempos cayó. Cayó en mil pedazos como si fuera de cristal, y toda el agua se desparramó por el suelo sediento, que dio cuenta de él por segundos. Lisa llorando, Katia histérica chillando a la pequeña Elsa, desesperada por haber perdido lo que parecía su única oportunidad. Sin embargo, la pequeña sonreía, cada pequeña porción de su diminuto cuerpo era manantial de alegría. Había encontrado algo, una esfera del tamaño de una perla, con una luz en su interior que parecía que bailaba solo para distraer a la pequeña. Sus hermanas la vieron, Lisa dejó de llorar en seco al tiempo que Katia callaba de golpe, Elsa alargó su diminuto brazo… y tocó la esfera. Destello cegador y después…

Estaban en otro lugar que solo Katia recordaba, fugazmente. Su madre apareció ante ellas diciendo: ¡mis niñas! Oh parece que por fin han dominado el poder de la esfera, ¡su primer poder! Ella os ha traído hasta mamá y papá. La pequeña Elsa corrió a abrazar a su madre contenta, feliz. Lisa con la cara aun impregnada de lágrimas le dijo a su hermana mayor:
-Katia, que mamá y papá son brujos!
-Tranquila Lisa, si nos cogen diremos que somos adoptadas.

jueves, 27 de mayo de 2010

Brasil 2036

Se ha llegado a la final de la copa del mundo de fútbol, el encuentro Brasil – Francia ha concluido. Mucho han cambiado las cosas en este juego y en el mundo entero desde que se incorporó El Premio, pero eso no importa, la revancha de aquella final de 1998 en Paris era necesaria, y eso era lo que más deseaba el público. El marcador finalizó 4-3, toda una orgía de goles para una final del mundo, toda una explosión de emociones que cautivó a los espectadores durante más de 90 minutos.

El estadio gritaba, jugadores brasileños eran aclamados aquí y allí. Una fiesta de luces se veía en el cielo. Actuaciones de acróbatas, bailarinas, baloncestistas y otros acólitos del cuerpo, brotaban por doquier en escenarios de quita y pon.


En la macro-pantalla del campo podía verse El Premio de los mundiales anteriores, el de Grecia 2032 por ejemplo, donde tras romper la copa, una nube densa salió de ella y provocó orgasmos a todas las mujeres del país, tan intensos que duraron 90 minutos seguidos, más lo que alguna pudo añadir. Algunas murieron por el stress que alcanzaron sus lujuriados cuerpos, pero no importaba.


Ya no había césped a la vista, estaba todo el campo lleno de artistas y actuaciones de todo tipo. Mientras, los organizadores montaban los podium y las rampas para realizar la entrega de medallas. Todo estaba dispuesto. Comenzaron a subir los aguerridos jugadores galos, lágrima en mejilla… venían a recoger sus patéticas medallas de plata, con esa mirada triste a la copa.

Otro premio salía por la pantalla! Italia 2028, donde una gigantesca bota de fútbol del tamaño de Portugal, aplastó a la gran bota y mató a millones. Ahora los italianos son todos sicilianos. No les ha ido mal a pesar de todo, este año Sicilia ha llegado a la semifinal…


Los jugones brasileños subían ya la rampa para recibir sus medallas de oro. Les hacían entrega las autoridades más distinguidas. Lágrimas, abrazos, gritos, besos, alegría descontrolada. Todo aquello por lo que habían sufrido tanto, había dado sus frutos, habían logrado imponerse a las mejores selecciones, realizar el mejor juego, divertir a la afición y por último… ganar la copa. Hicieron acto de entrega de la misma, el estruendo en el estadio no era para ser contado si no para verlo y vivirlo. Finalmente, el jugón tiró la copa al suelo para romperla y recibir El Premio…


Una vez más se podía ver otro premio por la pantalla, Holanda 2024 donde la final se celebró en Ámsterdam, y al romper la copa salió de ella una planta de maria de 50 metros de altura. Esta se inmoló ella sola y sus vapores mantuvieron a toda la gente de la ciudad fumados y alucinados durante un año entero. Risas y risas de los asistentes fueron grabadas.


La copa estaba rota, todo el estadio esperaba. De repente, apareció ante ellos una drakquen de 200 metros de alto, al tiempo que sonaba de forma clara y con perfección celestial, la canción mais que nada. Esta drak empezó a bailar para los asistentes, y ellos sin poder remediarlo siguieron el sugerente ritmo mais y mais y mais. Nadie podía resistirse y nadie podía parar. Al poco tiempo la drak sacó una antorcha y comenzó a pegarle fuego a los asistentes. Nadie gritaba de dolor, la fiesta continuaba igual, simplemente, ahora ardían. La música continuó haciendo un repertorio por toda la bossa nova hasta que el último de los asistentes dejó de tener vida.

Antes de que la pantalla fuera también víctima de las llamas, pudo verse el anunció final, la próxima edición del mundial: Ucrania 2040, donde por cierto, la final se celebraría en Chernobyl.

Fuerza contra resistencia

Mi nombre es Matilda, es el nombre de mi madre. Tengo una hermana gemela, ella se llama como nuestro padre, Juana. Desde que nuestra madre murió, papá estuvo dándonos palizas, o por lo menos esas cosas, son las primeras que puedo recordar. Una noche, a los 6 años, papá nos bajó al sótano como le gustaba hacer antes de quitarse el cinturón. Comenzó por mí, me dio unas cuantas veces en la espalda y luego fue a por Juana, recuerdo que me puse sobre ella para protegerla, me dio el primer golpe y perdí el conocimiento. Este suceso se repitió varias veces, él nos pegaba, yo intentaba protegerla como podía… pero ella nunca a mí. Al principio pensé que yo era la más fuerte, pero con el tiempo me di cuenta que no era así.
Era primavera, teníamos 14 años y empezaba a darme cuenta de cómo era el carácter de Juana en realidad. Nos fuimos solas a jugar al rio, éramos brutas, muy brutas. Jugábamos a lanzarnos piedras, una a cada lado del rio. En ocasiones nos dábamos, y nos íbamos a casa con algún chichón, moratones o algún pequeño corte. Ese día Juana se sumergió y vino hacia mí, al salir del agua le dije:
-Vaya lo has cruzado entero buceando.
Antes de terminar la frase me soltó una ostia en la boca que me dejó clavada en el suelo y un tanto mareada. Me toqué el labio y lo tenía roto, la boca me sangraba en abundancia, miré su mano y tenía una piedra del tamaño de una mandarina. La miré a los ojos, tenía una media sonrisa y una calma un tanto acojonantes.
-Deberías pensar más en ti misma, Matilda.
Me dejó allí tirada y se fue a casa, cuando me repuse me levanté y me fui yo también, debí llegar 20 minutos después que ella.
Al llegar no vi a nadie, busqué sin hacer ruido y sin éxito. Llegué hasta la puerta del sótano, era la primera vez que iba a abrir esa puerta en mi vida sin tener al lado a mi padre sujetándome por el cuello. La abrí y baje, en el suelo estaba mi padre con la cabeza abierta. Juana estaba allí sujetando una pala. Ese fue el último día que pasamos juntas. Después de aquello a Juana la encerraron en un corrector de menores, y a mí me dieron en adopción a una familia bastante normal.
Han pasado casi 15 años desde entonces. Ahora soy policía, no he vuelto a ver a Juana en todos estos años, pero se que la han arrestado varias veces por asuntos muy serios. Estamos siguiendo la pista a unos traficantes de de poca monta, esta noche nos iremos a la zona norte a ver que podemos pescar. Tengo motivos para pensar que mi hermana puede estar allí, así que antes de salir de comisaria pasaré por el vestuario…
Cuando llegamos al punto de encuentro se oyen disparos, mi compañero y yo salimos tras dos sospechosos. Mi compañero va a por el hombre y yo a por la mujer. Cuando llega al final del callejón se da cuenta de que no tiene salida, yo la llamo por su nombre y luego grito:
-¡Hermana!
Ella reacciona y se gira, con el arma baja se acerca a la farola para que podamos ver nuestros rostros. Otra vez esa media sonrisa. Se lleva los dedos a la boca y empieza a acariciársela, justo donde yo ahora tengo la cicatriz.
-Me alegro de verte Matilda ¿cómo te ha tratado la vida?
Antes de poder contestarle nada ya me está pidiendo que la deje marchar, y yo le digo que se esté quieta y suelte el arma. Ella me encañona y no me atrevo a disparar; pero ella sí lo hace, dos disparos en el pecho y se acerca.
-Lo ves hermanita, te dije que deberías pensar más en ti misma.
Levanto mi pistola del suelo y le doy dos disparos en el pecho, Juana cae muerta y yo le contesto:
-Por eso llevo chaleco anti-balas.

martes, 25 de mayo de 2010

Dulce Recuerdo


Subía la cuesta despacio, midiendo cada paso, de otra manera llegaría arriba sin resuello. Hacía mucho que mis pies no pisaban aquellas calles. A pesar de los años nada había cambiado, las  mismas caras espiando tras las ventanas, el maldito cierzo, aquel bache que tantas veces me había hecho caer de la bicicleta, el silencio. Alguien debía haber roto las manijas de todos los relojes deteniendo así el paso del tiempo. Sólo el aire parecía distinto, era más denso, casi se podía atrapar con las manos, y tan frío que dolía respirarlo.
Subía despacio, jugando con las piedras, por el lado izquierdo, buscando el abrigo de tu casa. Nunca me gustó pasar bajo los olmos. Al llegar a la era descansaría, tomaría aire, arrancaría una espiga y recordaría oír tu voz recitando a Jorge Manrique. Recuerdas, era una noche sin luna, yo bajaba a la fuente y, al llegar a la altura de tu ventana, sonó aquel "avive el seso e despierte".  Menudo susto me diste. Todo estaba en silencio, todavía no había luces en las calles, tropecé a punto estuve de caer, y tú seguías, "como se pasa la vida como se viene la muerte"… Llegué arriba, tomé aire. Cerré los ojos intentando retener el paisaje como si tuviera miedo de que al abrirlos pudiera desaparecer. Estabas allí. Sabía que te encontraría allí, como todas las tardes de agosto, sentada en el borde de la calzada, los pies colgando en el vacío, las sandalias a la espalda. Me sentaría a tu lado, me mirarías de reojo y sonreirías. Y yo agacharía la cabeza, escondería la mirada, rozaría tu piel y miraría tus pies.
-   Perfectos, son perfectos.- me dirías.
-  ¿Perfectos?, dos pies, cinco dedos en cada uno.
-  Sí, perfectos. ¿No lo ves?. Míralos, cada dedo de su justa medida. Una armonía perfecta.
Y el eco nos devolvería una sonora carcajada.
Seguías siendo preciosa. La chica más guapa de la fiesta. Siempre fuiste inalcanzable. Incluso en aquellos días en que mis manos se hundían debajo de tu ropa, resultabas inalcanzable.
Poco a  poco me decidí a levantar la mirada. Comencé a recorrer tu cuerpo con ella, despacio, prolongando la ascensión. Quería retrasar ese momento en que nuestras miradas se cruzaran.
-   ¿Te acuerdas de aquella noche?. Escríbeme te dije.
Lo hiciste. Cada semana encontraba correo a tu nombre en mi buzón. Aquel ritual se convirtió en uno de los placeres  más hermosos de mi vida. Tú me presentaste a un Alonso Quijano desconocido para mí y yo a un tal Julien Sorel. Tú construiste mis sueños con endecasílabos de rima perfecta, yo sólo pude ofrecerte inventarios de fracasos.
Seguí mi camino y llegué a los botones de tu camisa, esos que a menudo había abrochado y desabrochado. Extrañamente estaban perfectamente abotonados.
-   Eres  un desastre. Los llevas mal.- Te decía todas las mañanas al desayunar.
-   Lo sé y  me encanta que  los vuelvas a abrochar.
Luego estaban tus manos, esas en las que tantas veces había descansado. Aún podía sentir el tacto suave, tembloroso. de esas manos confesoras que siempre me absolvían de todas mis torpezas.
Continué la ascensión por tu cuerpo y llegué a tu boca. ¿Seguiría sabiendo a vainilla? Sí, seguro. Tú me enseñaste que la paciencia, la ternura, saben a vainilla.
-   ¿Ya has aprendido a sumar?. 
-      Creo que no.
-   ¿Uno más uno?.-  Preguntarías
-   Dos.- Contestaría yo.
-   Es cierto, no has aprendido. El amor es impar. Un corazón, un cuerpo, un sentimiento.
El camino llegaba a su fin. Allí me esperaban tus ojos. Esa mirada oscura, de aguas tranquilas, en la que siempre me sumergía buscando respuestas y en la que siempre me encontraba. Mirarte era como verme en un espejo, por eso me daba tanto miedo. Quien iba a decirnos, tiempo atrás, que compartiríamos cama cuando trazaste aquella línea dividiendo en dos el pueblo. Partía de tu casa, atravesaba la plaza y se perdía en el Cerro. La casa de Blasco Ibáñez quedó en tu lado y a mí me dejaste al oeste, en el bando de los malos. Todas las tardes te asomabas a la puerta del corral con aquel sombrero de paja, calado hasta los ojos y empuñando aquellas pistolas de juguete.
-   Bang, bang. Estás muerta.
Y el rumor de una gota rompió el silencio. Miré al cielo pero no había nubes. Me fijé en tu rostro, llorabas. Aún así estabas preciosa. Acerqué mis manos e intenté secar tus lágrimas. No pude. Y entonces lo entendí. Bang, bang, estaba muerta.


Yolanda Gomez

tierra












Si me tocas y tus manos están vacías
se llenarán de esperanza


Barro eres
polvo de alma
con manos de vida
La tierra siempre regala su eco









diseño del Dr,Magenta









lunes, 24 de mayo de 2010

El día de tu cumpleaños

El pasado viernes fue mi cumpleaños, un día en el que uno no puede evitar sentir una curiosa mezcla de sensaciones.
Por un lado el hecho de acumular un año mas a tus ya resentidas espaldas, y lo que es mas importante, evitar que esto no se note demasiado.Basicamente se trata de lucir una esplendida sonrisa todo el día y ejercer de monarca constitucional saludando con la manita a todo el que se acerque y responder con una disfrazada sonrisa Cualquier comentario que te llegue, ya sea amable, sincero, absurdo o impertinente, no importa da igual hay que enseñar dientes como la pantoja. Un poner; se acerca un compañero y delante de más gente te felicita con un:
Felicidades hombre, ¿Cuántos cumples 50? No importa, uno sonríe con impostada naturalidad aunque en realidad te estés cagando en los muertos del gracioso de turno.
El hecho de tener un par de amigos que todavía hoy en el 2010 se empeñan en felicitarte tirándote de las orejas con el bonito y loable empeño de salvaguardar tan absurda costumbre, tampoco ayuda mucho. Obviamente, y llegados a ciertas edades, el tirón de orejas a la par que doloroso resulta sobre todo humillante, especialmente cuando los años a cumplir superan la veintena. Y que decir de ese momento tarta, ese momento en el que uno tiene que hacer como que no se ha dado cuenta de nada aunque en realidad este al tanto de todo lo que va a suceder. Y lo más importante. ¿Qué cara poner cuando se apagan las luces y aparece alguien con una tarta llena de velas (siempre son demasiadas) al tiempo que todo el mundo te canta el “Cumpleaños feliz”
Afortunadamente esto no ocurrió el pasado viernes. Sorpresas hubo y muy agradables. Cuando llegue de trabajar al entrar en casa me encontré con un cartel en el pasillo felicitándome e invitándome a buscar mi regalo. Mi pésimo sentido de la orientación hizo que la búsqueda resultase eterna y eso que el regalo en cuestión no era precisamente pequeño.
Pensaba voz en alto donde estaría escondido y lo tenía justo delante, un maravilloso lavavajillas de media carga y una cafetera nesspreso fantástica y es que servidor es de un cafetero…..

Ráfaga de añoranza

Me gustan estos días de familia en los que volvemos a estar juntos.
   Por la mañana poco a poco nos vamos incorporando al desayuno junto a las  tostadas, mantequilla, mermelada, café , chocolate...  unos pijamas algo improvisados, pelos de punta... y nos reunimos alrededor de la mesa.
Parece que el tiempo no ha pasado...
   llega la hora de la comida, después de años luchando, la T.V no es  comensal importante...está apagada... No soy muy buena cocinera y mis hijos lo encuentran todo magnífico (son muy agradecidos),  la conversación, las bromas, las risas y la confianza de tantos años juntos transforman  la comida  en un gran manjar y está deliciosa.
Llega la noche , esperamos que los niños  duerman para tener un espacio de tranquilidad y reencontrarnos de nuevo.
   Estas cosas sencillas de la vida hacen que me sienta verdaderamente afortunada.
No obstante hay momentos en los que una ráfaga de añoranza aparece y siento que la vida
 se escapa, que el tiempo corre imparable y que nada vuelve a ser lo que ha sido...La vida sigue, y lógicamente hay cambios, transformaciones... los hijos ya ocupan el lugar que hace poco sentías propio, por la mente aparece esa sensación de futilidad que te desconcierta, te conmociona ...y que tan solo hace unos segundos era desconocida.  
 Esta computadora personal que tenemos cada uno situada en el cerebro y el corazón , te proporciona en ocasiones malas jugadas.
  No eres necesaria... la vida seguiría igual sin ti...esos pensamientos... se acercan a tu corazón... difícil de asumir...aprender a vivir de nuevo... ese es el reto.

Al fin un nuevo pensamiento me desborda... ¡¡¡ estoy viva y continuo participando del gran espectaculo  de la vida!!!  

el barro ese amigo





Silencios

Palabras

Complicidad 

En el universo

Con el universo





                                       
 
      

el barro primera palabra III




Mano paralizada
Cabeza andante

Sentimiento vibrante
Silencios  de dolor
Gritos en silencio.

Muriendo y viviendo
Cada segundo
Sintiendo

Fuerza, esfuerzo,
Lágrima
Risa
Comunicando sin intención


Amando sin amado
Soñando sin-con
Sueños
Casualmente
Amando, viviendo

 Sabor de tierra
Olor a tierra
Palabras de tierra
Silencio de barro
Encuentro
Universo

                      
  
                            

el barro primera palabra II


  
  Mirar, mirar, mirar Ver
Sentir y ver
Mirar y no ver
Sentir,
Vivir
Vibrar
Universo
Silencio
Soledad
Amigo/a

 
  
 
Desear
El deseo
Deseo universal
Muerte-vida
Puedo desear
Desearte
Arte



Cuerpo completo
Incompleto
Vivo
Vive
Caricias sin piel
Caricias de vida
Caricias de amistad
Caricias de amor
Son
 
 
 
Sencillo
Grato
Amigo entrañable
Él es
Rojo, húmedo
Posee sin poseer
   Es él.
   
  
                                          
                                                    


palabras al barro


Húmedo
Tierno

Grato
Expectante
Espectador
Silencioso
Profundo
Transmisor
Agradecido
Libre
Sencillo
Pensador
Tierno
Duro
Frágil
Amador
Desnudo
Soñador
 


 


 
   
                     


  
Empieza una nueva historia, una nueva pasión.

barro ,silencio y palabra.

Mi vida en un click

Repasando mi correo electrónico, y acompañando a un mail de mi amiga Ángeles, he encontrado un enlace a una página estupenda en la que insertando tu fecha de nacimiento y sexo, te dan una información valiosísima. A saber; que soy géminis, que han transcurrido 16800 días desde mi nacimiento, otras tantas semanas y meses. Que nací un jueves y que mi color es el amarillo y mi piedra el topacio. Sinceramente no se como he podido soportar vivir todos estos años sin tan valiosa y vital información. Por cierto olvidaba lo mas importante, porque también, y gracias a esta maravillosa pagina he descubierto que en mi vida anterior fui pastor en el sur de Australia, eso si un pastor con capacidad de mando. Pues que queréis que os diga, que mierda de vida anterior. Yo me esperaba, que se yo, ya no te digo que un senador de la antigua Roma, pero no se… algo un poquito mas interesante que pastor en Australia, vaya un aborigen. Que no es por nada y que serán muchas las cualidades que adornan la gracia del aborigen australiano pero desde luego entre todas estas virtudes no esta la belleza.
Curioso universo el de los test mi vida resumida en un click, mi presente en cifras días y semanas de vida, mi pasado "Viva Australia". Ese entusiasmo por "Cocodrilo Dundee 2" era totalmente desmedido, pero ¿y mi futuro? Al futuro se accede también con un click, pero esta vez pagando. Me niego a pagar por ello, además rompiera una de mis máximas "No pagues por algo que puedes tener gratis.
Acabo de repetir el test para ver si así me salía otra vida pero nada, sigo siendo un aborigen, ya ves tú la gracia, que más le dará a la página web. Bueno voy a olvidarlo.
Y encima sobre el año 1700, pero en aquella época allí haba alguien….. En 1700 ya me dirás, seguro que no se habría inventado ni, ni….. Internet.
PD, Adjunto aborigen, el mas fashion que he encontrado en el ciberespacio, totalmente mimetizado con el fotoCall que tiene de fondo.

domingo, 23 de mayo de 2010

fondo negro

Eran las dos de la tarde, volvía del mercadillo donde había comprado dos modelitos a tan solo un euro cada uno, ¡una gran compra!...el caso es que tengo demasiada ropa, demasiados trastos..tendré que empezar a desprenderme de las anteriores, de otra manera los tablones del armario volverán a caer y crearan el caos en mi casa.
…pensando estas tonterías y siendo consciente de mi  compra compulsiva, me llamó la atención una persona…
El estaba estaba  peligrosamente en medio de la Gran Vía, eso ya me pareció extraño y peligroso…pero  la visión continuó, vi con ojos asombrados como el chico daba una patada al autobús que pasaba cerca de él en ese momento.
…de susto en susto y de sorpresa en sorpresa…insistió esta mirada curiosa que no para de observar…entonces leí unas palabras  sobre fondo negro ,“orgulloso de ser Español”.
   El, el que había desafiado su vida, había golpeado un autobús y parecía orgulloso de su comportamiento, con su cabeza bien alta…llevaba puesta la camiseta con fondo negro…
     Escribir lo que sentí ocuparía demasiadas lineas y prefiero que cada uno rellene los espacios vacíos.

EL LASER

Manolito se pasaba las horas muertas soñando con el Espacio Sideral.Tenia una gran aficiòn,se preguntaba;-¿por que unas estrelllas brillaban màs que otras?.¿como se sujetaban para no caerse al suelo?...¿constelaciones??-.Le tenia el tema muy intrigado,empezò a indagar en busca de respuestas.Las clases de ciencias le abrian nuevas puertas llenas de retos.Y asì metido en ese misterioso mundo galactico,llego a la univeridad,decidido a convertirse en todo un fìsico cuàntico.Despues de clase iba a la biblioteca,todos los dias,casi no tenia vida social.Un dia un compañero le comento que la NASA preparaba un proyecto, para mandar una nave a no sè que planeta.Ese dia se le abrieron para èl las puertas del cielo.Averiguò los requisitos que pedian,rellenò tantos formularios que perdiò la cuenta.Ahora tenia que esperar contestaciòn.La respuesta no tardo mucho en llegar,cuando tuvo la carta en sus manos el corazòn le diò un vuelco,ahì  tenia el resultado de sus sueños.No lo pensò más y la abriò,sentado leyò la conclusiòn de los resultados.Perplejo la volvìa a leer.Su sueño se estaba porfin materializando,,,su misiòn acababa de comenzar,llevaba su traje espacial y bajaba la escalerilla para pisar por primera vez MARTE.

Esto era una vez....

Rodeada de  tierra que había sido fértil en otro tiempo, no sabemos muy bien que aire empujó al camachuelo y le había llevado desde el mundo donde habitaba hasta ese lugar extraño.
    El había vivido toda su vida  en una jaula, grande,muy grande, eso si... situada en un jardín... el único que existía. En el los árboles tenian también sus jaulas que les  protegian de las caricias de los que pasaban cerca de ellos...
 Sus diminutos ojos, no recordaban como era el mundo que le rodeaba y creía que el mundo era su pequeño jardín. 
  Las plumas de sus alas tenian un bonito color gris azulado ,sus mejillas y el pecho eran de color carmesí , se alimentaba de brotes de árboles y de algunos frutos y semillas que caian de los árboles que se encontraban cercanos a la jaula. Lo que más apreciaba era el sabor de las flores, en cuanto una caía... rápidamente se la colocaba en su pico, ese gusto por las flores le habían dado un nuevo nombre, le llamaban Picaflor.
    Un día, se sorpendió al ver que nada le impedía volar.. y sin darse cuenta, con un solo aleteo, se encontró en medio del jardín...
   Se posó en el suelo... dando pequeños saltitos y con su pequeño pero fuerte pico negro agarró una flor de color lila , contento con su captura, comenzó a volar y haciendo ondulaciones con sus alas y como si estuviese mareado...revoloteó por lugares  desconocido para él.
El cielo iba cambiando de colores... de los azules y violetas a los naranjas, amarillos, rojos, rosas, ... un maravilloso espectáculo  que para el era desconocido...
 El cielo ya había cambiado muchas veces de color  y sintió  que sus alas estaban  terriblemente cansadas...  a vista de pájaro (no podía ser de otra manera), encontró un lugar donde poder reposar. 
.Llevaba todavía en su pico lo que quedaba de la  pequeña flor que había recogido en su jardín...la semilla había caido segundos antes. 
      Estaba muy cansado...  tremendamente cansado, tan agotado que ni siquiera pudo escuchar sus últimas palpitaciones
Pasaron meses... la semilla que Picaflor había perdido, se había ido cubriendo con la tierra que el viento había llevado hasta ella.
    Sintió el calor de la primavera ... comenzó a abrirse con lentitud; la tierra estaba muy dura, no veía a nadie cerca de ella... ni hormigas... ni lombrices, ...solo escuchaba el silencio de la tierra...y comenzó a gritar... ¡Hay alguien aquí!...hay alguien¡¡¡¡ 
Nadie contestaba, solo el silencio de la tierra estaba a su alrededor, al abrirse  un poco más, la tierra empezó a resquebrajarse y entró un poco de luz, podía sentir cerca algo muy suave de color carmesí, continuó gritando con voz más fuerte....   ¿dónde estais?...¡hay alguiennnnn!,¡alguiennnnnnnnnnnnnnn..!.
    En su memoría tenía grabada la imagen de un magnífico y precioso árbol..repleto de flores color lila... entonces... recordó también... los espinos que le rodeaban..
    Pasó la primavera,llegó el verano...y la semilla se negó a sacar su cabeza...

La inocencia se convierte a menudo en espejo de las verdades más crueles…

La miraba sin dejar de sentir aquella profunda angustia que se me enrosca en la garganta y que antecede a las lágrimas. La foto era buena, innegablemente buena, pero no podía dejar de volver a mirar sus ojos y sentir la profunda tristeza que emanaban.
Leí la historia de esos ojos en el dominical, ante mi taza de té humeante (¡con una nube de leche por favor!), el sol de primavera calentando mi cara y una agradable sensación de bienestar pese a los ímprobos esfuerzos de los hierros de esa silla de la terraza del bar por destrozar mi espalda.
De nuevo alcé mis ojos unos centímetros más arriba para chocar de nuevo contra los suyos y me detuve en su cara unos instantes. No tendría más de once años -como mi hijo, pensé- y su boca no sonreía, su oscura piel era tersa y tenía esa belleza de los niños, de TODOS los niños -sean de donde sean y vengan de donde vengan-, que tan a menudo les convierte en diana de perversos adultos con feroces patologías, extrañas creencias o
ancestrales tradiciones, útiles para nada ni para nadie pensé,
 sintiendo como la ira se me iba apoderando cada vez más, no dejando sitio ni para respirar.
Una de esas niñas de un país lejano, con nombre curioso, vacacional incluso, donde el tiempo es bondadoso y la población pobre, sin saberes, sin conocimientos, sin fuerza ni poder para conseguir ser libres. Donde ser niña es una de las peores desdichas que le puede pasar a un ser humano porque, llegado el momento, es en esa época donde la candidez te lleva de la mano de tu madre al matarife que te va a mutilar unos instantes después con una cuchilla oxidada, dejándote impotente para el resto de tu vida, rota, vacía…
Llamé al camarero, pagué la cuenta y me fui a casa dejando el periódico sobre la mesa junto al dinero.

jueves, 20 de mayo de 2010

La sangre es más dulce que la miel.

La noche es insípida, como todas las noches desde que me quedé sola. Mi amado y toda la gente que conocía han muerto, otra vez. No tengo a nadie en este mundo excepto a mis congéneres vampiros. Sí, soy vampira, desde la época en que Roma perseguía a aquellos pobres cristianos, allí nací y fui convertida a los 32 años. Viví muchos años como vampira, y luego muchos más. Creo que llevo algo menos de una década vagando por estos bosques; me recuerdan a los de mi infancia. Me alejé de todo contacto con la civilización y con la gente. Y me quedé sola para no sufrir más. Me estoy alimentando de la carne cruda de los animales que cazo. Al contrario de lo que muchos piensan, los vampiros tomamos comida como los mortales, y la disfrutamos mucho, más que la sangre debo añadir. Aunque la sangre la necesitamos para vivir, el resto de la comida es… un capricho para mí, y sobre todo… los dulces.
Mi instinto de supervivencia debió hacer presa de mí, pues mis pasos se encaminaron al pueblo, cosa que no hacía en años, y me acercaron hasta Lever du jour . La posada estaba regentada por un tal Clode, no recordaba a sus padres ni a sus abuelos pero sí a sus bisabuelos. Cosas de ser vampiros. Allí fue donde le vi por primera vez. Estaba de pie sobre una mesa y la gente hacía un coro a su alrededor. Hablaba sobre lo mal que estaba haciendo las cosas Luis XVI, y que se le estaba oponiendo la burguesía y la nobleza. Parecían tiempos de cambio, y yo allí embelesada con la voz de aquel joven. Solía llamar así a los humanos que me gustaban, su aspecto era el de un hombre de unos 45 años y el mío el de una mujer de 35, pero para ser sincera yo tenía unos cuantos más que él. Descubrí que era Patrick de la Fayette, el hijo de la condesa, y que al día siguiente había una fiesta en su honor. Blanche Foncé no se la perderá. Ese era el nombre con el que me conocían por estas tierras, una joven viuda que curiosamente era hija de otra joven viuda y así llevaba ya 6 generaciones.
La condesa había invitado a toda la alta sociedad de la ciudad. La fiesta sería para celebrar la llegada de su hijo Patrick. Yo asistí encantada, por supuesto, estaba obnubilada por la idea de conocer a tan apuesto joven.
-Patrick de la Fayette… le presento a Madame Blanche Foncé.
No quise parecer descarada, pero me agarré a su brazo para poder apartarlo del grupo mientras le dirigía a los jardines.
-Le oí anoche en la posada Lever du jour.
Solo necesité decirle esto para captar de repente toda su atención, su expresión, había abandonado la mueca falsa para buscarme ahora… cómplice.
-Una dama de su posición no debería alternar lugares tan oscuros.
¬ -Y que decir tiene un hombre de la nobleza.
Nos cruzamos una leve mirada aliñada con una pizca de sonrisa, mientras nos adentramos solos en el jardín.
Una vez allí, nos sentamos en uno de los bancos de piedra tallada. Comenzó a hablarme de la situación que se vive estos días en Paris, yo intentaba disimular mi sorpresa claro, quién no había oído hablar sobre las hambrunas, las guerras, y el despilfarro de la corte en esos días, salvo una vampira insociable como yo… Le escuchaba fascinada como la noche anterior, rodeada por los aromas de la incipiente primavera, que para disfrutar debía hacerlo con respiraciones sumamente meditadas, pues el corsé que oprimía mi pecho parecía una pieza de tortura del Medievo, de hecho sí lo parecía. Como echaba de menos las túnicas de mi vieja Roma… Pero sentirme así, viva y con ansias de vida de nuevo después de tantos años de soledad, me hicieron sonreír y desear besarle. Esa pasión que ponía en sus palabras, esa entrega a la vida misma. Ese latir de su corazón, fuerte y fuerte muy fuerte, que se metía poco a poco en mi cabeza como el redoble de un tambor que te incita a la guerra. Pude ver que él se mostraba también interesado, cierto es que pocas mujeres de este tiempo muestran interés en la política. Mi color de piel, pálido aunque no tanto como sería de esperar en alguien de mí especie, no desentonaba en el paliducho siglo XVIII. Mi atractivo era pues razonable, aunque sí mostró un especial interés en mis ojos, de un azul casi alvino, que según dijo estaban llenos de una fuerza vital, capaz de arrebatar el alma misma a un hombre.
– ¡Ah! No sabéis cuan cierto es.
Puse el abanico delante de la cara para que viera únicamente mis ojos, al tiempo, yo abría y estiraba un poco la boca, soltando un leve bufido. A veces resulta incómodo ocultar tanto rato los colmillos. La conversación continuó por otros derroteros, la agitación en las calles había llegado hasta palacio, y el propio rey comenzaba a dudar de la lealtad de los nobles. Nobles que como el propio Patrick, habían comenzado a hablar en contra del rey y su política. Le pregunté pues si no temía por su vida, el rey era poderoso y déspota, y por lo tanto era de esperar que hiciera todo lo posible para mantener su poder a cualquier precio. Él me contestó:
-Alguien tan joven como vos no debería pensar en la muerte.
-Creedme Mesieur, no pienso en otra cosa, y… tal vez no sea tan joven como pensais.
Volvimos a la fiesta, ya nos habíamos ausentado bastante, un chico pasó con una bandeja con miel y fresas, un capricho de la condesa. Tomé una y la probé, ¡umh! Estaban deliciosas.
-¿No le gustan Mesieur ?
-No, la miel me parece demasiado empalagosa.
-A mi no, le da el toque justo para matar la acidez de la fresa.
Miradas insinuantes para una noche apasionante como ya no podía recordar. Por otro lado también es cierto que los vampiros, no tenemos el gusto como los mortales, y por lo tanto disfrutamos de los alimentos de un modo muy intenso pero diferente. La maldita sangre es algo que necesitamos, pero tan insípida…
El ansiado momento había llegado. Me vestí de campesina para no llamar la atención… No, para poder llevar ropa más suelta, unos zapatos que poder quitarme fácilmente para correr descalza, si, quería correr, correr como solía hacer antaño cuando me iba de caza por los bosques Dináricos. Corría y corría, saltaba de rama en rama cuando me apetecía. Hacía paradas en seco en las copas de los arboles. Aullaba igual que un lobo, confundiéndome con uno de ellos. Alcanzaba velocidades inverosímiles para un humano, y una fuerza, que cuando me concentraba, me permitía arrancar una rama del tamaño del muslo de un hombre, de un puñetazo. Esa noche grité y grité, reí como hacía tiempo, y ahora solo deseaba llegar, y verle.
Llegué hasta Lever du jour, pero él no estaba. Oí ruido en el callejón de atrás, unos hombres estaban forcejeando. ¡Patrick! Creo que llegué antes que el sonido de mis propios pasos, alcancé a esos hombres con golpes que ni siquiera pudieron ver. Hinqué los colmillos en uno de ellos, y chupé de él la mitad de su sangre en unos 3 segundos. Patrick ya estaba muerto, había llegado tarde, me agaché junto a él y le aparté el pelo de la cara. Extendí el dedo corazón y con la yema del dedo recogí un poco de su sangre, me la pasé por los labios y la saboree.
-Mesieur, su sangre es más dulce que la miel.
Un par de lágrimas rojas cayeron por mis mejillas.

Amor tóxico y punto


¿Por qué no te acuestas? Te estas durmiendo…
Fueron las últimas palabras que Manuel dirigió a su mujer antes de cerrar la puerta en dirección al trabajo.
Todas las noches se repetía la misma escena. Lucia sentada en el sillón mientras hacia punto y a duras penas se mantenía despierta. Mientras, la tele escupía imágenes de la teletienda. No era su esposo el único que recriminaba a Lucia dejarse la vista todas las noches haciendo punto. Miguel su hijo ya había tirado la toalla en multitud de ocasiones.
Aquellas agujas eran para ella la única forma de rebelarse contra la tiranía del sueño, aunque para ello tuviera que pelearse con los efectos secundarios de una legión de pastillas psicotrópicas que le acompañaban a lo largo del día.
Una noche más con la mirada perdida en el punto, el punto de cruz, Lucia, en una eterna lucha con Morfeo, repasaba mentalmente su vida, con las excelencias del Cocimatic como fondo sonoro.
Sentada en su sillón, no podía evitar lanzar fugaces aunque cada vez más continuas miradas al reloj de pared que presidía el salón.
- Mare de deu, las 3 de la madrugada ya y el chiquet sin venir, susurró entre dientes para culminar con un sonoro suspiro, uno de esos suspiros que solo las madres angustiadas saben dar.
- Ya me dirás tu, mascullaba Lucia en un, cada vez más, insólito monologo.
- A estas hora no hay gente por la calle, insistia mientras se dejaba llevar por un largo bostezo.
Si bien es cierto que la relación con su hijo nunca habia sido demasiado fluida, con el paso del tiempo esta era prácticamente nula. Miguel apenas pasaba tiempo en casa, y cuando lo hacia era para dormir. Lucia nunca entendió, ni quiso entender que su pequeño había dejado de ser un niño. Tampoco Miguel entendió que con la pérdida de su infancia, su madre había perdido más que un hijo al que atender.
Un golpe seco despertó a Lucia de su improvisado y efímero letargo.
- ¿Todavía despierta? Dijo Miguel al entrar en la sala mientras intentaba mantener el equilibrio sin evidenciar demasiado su intoxicado estado dejándose caer en el sillón.
- ¿De donde vienes a estas horas hijo mío? La mama no se enfada porque salgas, pero es que me vas a caer enfermo….
Miguel, todavía bajo los efectos del alcohol y los porros, no pudo evitar lanzar una sonora carcajada que su madre recogió con una agradecida sonrisa.
Para celebrarlo decidieron abrir un par de cervezas que Lucia se apresuró a festejar con un par de ansiolíticos de penúltima generación.
- ¿Quieres una? Te invito.
- Venga pues, contesto Miguel al tiempo que chocaban sus botellines en un improvisado brindis.
- Sabes mama, echaré de menos estos momentos cuando deje esta casa. Nunca pensé que las drogas acabarían acercándonos.
Lucia permanecía impasible mirando por encima de las gafas de cerca, ante las palabras de su hijo.
- ¿Y a donde vas a estar tu mejor que en tu casa? Preguntó la madre.
- Creo que será mejor que vaya a por otro par de botellines, contesto Miguel después de beberse la cerveza de un trago.



Agua

Fue hace muchos años. Mis amigos del colegio y yo, nos fuimos a probar unas barcas que habíamos construido nosotros mismos, con troncos y cuerdas. Nos lanzamos al río entre risas y gritos, y dejamos que la corriente nos llevara. Tras el primer rápido todas las barcas menos la mía se rompieron, los demás niños cayeron al agua flipando con la adrenalina que llevaban dentro. Yo seguí hasta el siguiente salto de agua y allí fue donde me quedé; caí de mi barca y la perdí de vista. El remolino que se formó me impedía salir a flote… Al cabo de un tiempo me desperté en el hospital; me dijeron que había tenido mucha suerte, que podría haber muerto.
Tuve pesadillas por años, en las que me ahogaba. Pensé que era normal, y el psicólogo al que me llevó mi madre dijo que era un síntoma de stress post-traumático, comprensible teniendo en cuenta el susto que me llevé. No sé, yo no era capaz de recordar nada posterior al remolino que me tragó, hasta despertar en el hospital.
Decidí irme de casa a los veintiún años, pensé que ya era hora. Mi padre veía la tele. Una noticia sobre un niño que había nacido con una malformación. Algo parecido a una cola, le salía del trasero y se la quitaron al nacer. Evidentemente las noticias aprovecharon para sacar imágenes de otro niño. Este había nacido con unas protuberancias en la espalda que recordaban a las alas de las aves. Papá se tragó toda la noticia y al llegar los deportes hizo zapping. Mi madre sentada a su lado, usaba su dedo índice para escribirle cosas a mi padre en la espalda. Comunicarse con él a través del tacto… Me apoyaron en mi decisión de irme de casa y nos despedimos con abrazos.
A mis treinta y dos años mamá murió, fue algo repentino y decidí llevar a mi padre a una casa rural, pasar con él unos días. Cogimos el coche y nos echamos a la carretera. Tuvimos mala suerte, el coche volcó y para colmo de males fuimos a parar a un río. Cuando el mundo dejó de dar vueltas a mí alrededor, me di cuenta de que tenía las piernas rotas y no me podía liberar del amasijo de hierros del coche. Mi padre estaba bien, corrió a buscarme. El agua le llegaba por la cintura y no paraba de subir. Nadie nos vio caer, así que no sabíamos cuando llegaría ayuda. Papá no podía irse, tenía que sujetarme la cabeza para tenerla a flote. El agua subía y subía. Llegó un momento en que lo evidente se hizo inevitable. Le dije que no temiera, que todo iría bien. Se me hizo una grieta en el alma de pensar lo que debía de estar sufriendo él, con la muerte de mamá tan reciente. Por fin le convencí de que me soltara, supongo que mi tranquilidad le ayudó bastante. Me preparé. Eché todo el aire de mis pulmones y de mi estómago, me quedé así hasta que no pude más… y entonces tragué, tragué y tragué hasta llenar todo mi ser de agua, el dolor fue intenso; los gritos de mi padre se oían bajo el agua como si estuviera dentro de mi cabeza. Y entonces sucedió lo que yo ya sabía… respiré. Respiré con la misma facilidad que lo haría en un prado, con la misma tranquilidad que respiraría después mi padre. Él lloraba y lloraba desconsolado, inconsciente. Agarré su brazo con delicadeza y con gesto suave le escribí en el brazo, usando el dedo. Le dije que estaba bien, que podía respirar. El rostro de mi padre cambió tanto que era como si una descarga de energía me golpeara el pecho. Nos quedamos allí; llegaron los bomberos, y finalmente volvimos juntos a casa.

Acabo de estrenar mi piso de alquiler, mañana cumplo veintidós, ¡habrá que hacer una fiesta! Pero hoy no, hoy quiero hacer otra cosa. Me meto en el cuarto de baño, pongo el tapón a la pila. La lleno, me preparo… meto la cabeza en el agua e inspiro. ¡Dios mío que dolor! Noto mi pecho lleno de agua, el estómago también. Puedo respirar. Bien, no hay que tentar a la suerte, voy a coger el barreño. Expulso toda el agua de mi interior al recipiente, y luego mido el volumen con ayuda de matraces aforados. Unos cinco litros, bien más o menos coincide con mi capacidad pulmonar y mi estómago. Vale, está bien, pero debo aguantar más para llenarme del todo, y lo de no expulsar el aire ha sido un error. Debo practicar más.

miércoles, 19 de mayo de 2010

Espacio mágico

De niña coleccionaba objetos maravillosos…. minas de lápices, trocitos de cristales de colores que convertian las cosas que me rodeaban en colores increíbles, caracolas, pechinas, piedras con formas preciosas, bolsitas con tierras de diversos colores y con propiedades mágicas, trocitos de azulejos que conservaban un fragmento del antiguo dibujo ya desdibujado; papeles de celofan de distintos colores que guardaba alisandolos cuidadosamente para colocarlos uno encima de otro ,disfrutaba viendo la transformación mágica de las tonalidades al ponerlos unos sobre otros .
…todo para mi, esa niña que era, tenía un gran valor , seguramente mis padres pensaron que había que poner orden en “los tesoros “de su hija, eramos seis hermanos y además compartía dormitorio con mi hermana mayor , sentía gran admiración por ella, tan ordenada, tan lista, tan sensata, en fin quería hacerme mayor como ella, me gustaba dormir en la misma habitación , con ella. Mientras ella hablaba yo daba volteretas agarrada a los barrotes de las dos camas de color verde y con pomos niquelados, las paredes eran de un amarillo canario que ahora no podría soportar.
tendría 7 años cuando mis padres decidieron poner un poco de orden en el caos de mis objetos maravillosos, no había una forma fácil y del agrado de todos, me figuro a los dos hablando y pensando como hacerlo para que me sintiese bien , también ellos conocían el valor de los objetos sin precio.....
Y me hicieron un gran regalo, el más precioso de toda mi vida ,algo que no advertí hasta pasados muchos años, en la niñez hay cosas importantes que parece pasan desapercibidas, pasados muchos años, me dí cuenta de lo que mis padres habían hecho para que me sintiese feliz, (no me daba cuenta..era muy feliz, una niña); ellos ya sabían que nuestras vidas como la de todos los adultos, no iban a ser muy fáciles y ese regalo tan sencillo y repleto de amor, tenían un gran significado y la niña de entonces era totalmente ajena a lo que allí estaba aconteciendo.
Me regalaron... un espacio mágico...un armario , solo para mi... el lugar donde podría guardar todos mis tesoros.
En los años setenta recibí otro gran regalo , entonces ya me iba dando cuenta de lo que significaban esas pequeñas cosas de las que se desprenden tus padres y te pasan el testigo…ellas guardan y retienen la historia.
Había oído desde niña su nombre, tenía nombre propio.
Era pequeña y tenía más de trescientos años, había recorrido a lo largo de ese tiempo muchas casas, muchas vidas ,había mirado mucho por esos pequeños ojos azules que aún podían apreciarse y sus pequeños labios parecía que entonaban una canción.
Cumpliendo años, sobreviviendo a todos los cambios e incontables mudanzas ,de familia en familia, de siglo en siglo… todos habiamos llegado a quererle y deseábamos mantenerla junto a nosotros
Nadie recordaba cuándo había perdido su brazo derecho, gracias a ello siempre había tenido tenido su nombre propio, le llamábamos Manquita.
A finales del siglo XX llegó a mi propia familia, viviamos en la casa donde habían vivido mis abuelos y una casa donde conviven tres niños no es un sitio muy seguro para Manquita, colocada en una estantería , podiamos verla y ella también a nosotros. ¡cuidado con el balón! ¡cuidado con Manquita!
Ahora miraba la figura… había sobrevivido a los juegos de mis hijos y la coloqué en un sitio más cercano, el peligro había pasado.
Manquita vivía conmigo la friolera de cuarenta años, había pasado el tiempo con una rapidez asombrosa …se había salvado de nuevo. En casa se respiraba tranquilidad, los hijos ya eran adultos.
Un domingo, mientras estabamos en la sobremesa, algo inésperado sucedió.
Fue un instante… desde el lugar desde nos observaba ….a cámara lenta… ella caía dando vueltas por el aire del comedor, me levanté, con una rapidez increible, antes de   desplomase por el suelo…intenté pararla…. pero mis manos no llegaron a tiempo.
Yacía en el suelo , la tomé entre mis manos, hubo un gran silencio.....
Mi Manquita, mi Manquita…su cuerpo estaba partido en dos…
Observé sorprendida las huellas de una cola amarillenta que ya había unido su cuerpo en otro tiempo, seguramente fué allí donde había perdido su brazo y había recibido su nombre, eso me tranquilizó, volvería a restaurarla y de nuevo continuaría siendo testigo de nuestras vidas.

Manquita continuaba conservando su sonrisa y susurrándonos la misma canción